El vínculo con las naciones implica reciprocidad, y a cambio de todo lo que recibimos de ellas, finalmente realizamos un pago material y espiritual.
El manejo de un imperio se realizaba a partir del involucramiento de múltiples factores externos, y la necesidad de contar con las naciones vecinas, imponía una apertura hacia ellas y a su cultura. Existe también la posibilidad de encerrarse y reunirse en las cimas de las montañas y no mantener ningún diálogo con las naciones del mundo, pero así, no se las puede liderar. Un vínculo de esas características implica reciprocidad y a cambio de todo lo que recibimos de ellas, finalmente realizamos un pago material y espiritual. En nuestro capítulo, comenzamos a sentir el peso de este costo y sus consecuencias. Shlomó es ayudado mucho por Jiram con una gran cantidad de materias primas y su experiencia profesional en el ámbito de la construcción y del transporte marítimo. Pero, al final, Shlomó tuvo que pagar con veinte ciudades.
Así también, en relación a la hija de Paró que es mencionada en el capítulo 9 del libro Melajim I. Aún no ha aparecido como un factor negativo e incitador, pero su estatus se fue consolidando y fortaleciendo. Parece haber cimentado su estatus independiente, y por cierto, fue apoyada por los impuestos de Guezer que le sirvieron como dote. De este modo, se desconectó en gran medida de la dependencia de Shlomó, de su vida interior y del Beit Hamikdash, el Gran Templo, y por consiguiente, se transformó en un peligro a la esencia y el propósito del reino. Incluso la construcción de Miló por parte de los recaudadores de impuestos fue adaptada a las necesidades del hogar de la hija de Paró, y sirvió como motivo de queja para el pueblo y para la rebelión de Yarobam.
A diferencia de ello, en Divrei Haiamim II (capítulo 8, versículo 11), figura: “En cuanto a la hija de Paró, Shlomó la hizo subir de la ciudad de David a la casa que había edificado para ella, porque dijo: "No ha de habitar mi mujer en la casa de David, rey de Israel, porque sagrados son aquellos lugares, adonde ha entrado el arca del Señor”. Es decir, fue iniciativa de Shlomó, que intentó separar entre los extremos opuestos de su reino y llegar a un consenso entre ellos.
Es así que Shlomó transitó por la cuerda floja. Intentó unir a muchos y diversos referentes de un modo armónico, pero al complicarse en el intento de unir, se vio forzado a separar entre los extremos, “Divide y reinarás”.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán.