Cuando Eliahu detiene las lluvias, irrumpe en el espacio Divino. Jazal, nuestros Sabios de Bendita Memoria, nos revelan que Dios limita a Eliahu a fin de que no desdibuje la brecha entre la persona y Dios-para revivir al muerto, Elahu debe renunciar a la llave de las lluvias.
Después de que Eliahu irrumpió en el libro proclamando-“ Vive el Señor…que no habrá en estos años ni rocío ni lluvia, sino conforme a mi palabra” (Capítulo 17, versículo 1), el capítulo 18 comienza con el anuncio de Dios a Eliahu: “En el año tercero tuvo Eliahu revelación del Señor, que decía: "Anda, muéstrate a Ajav, porque daré lluvia sobre la tierra” (versículo 1)
Ambos anuncios se contraponen-el anuncio encolerizado de Eliahu y la suave proclamación de Dios. Eliahu tomó, Dios dio. Estas dos aperturas contrapuestas entre el comportamiento de Eliahu y el de Dios, aparentemente, se hayan en la base del siguiente Midrash:
“Mas aconteció después de estas cosas, que enfermó el hijo de aquella mujer, dueña de la casa” (Capítulo 17, versículo 17)
Eliahu solicitó que le sea entregada la llave de la resurrección de los muertos.
Se le dijo: tres llaves no fueron entregadas al emisario-la de la mujer parturienta, la de las lluvias y la de la resurrección de los muertos, pues dirán, ¿hay dos en manos del discípulo y una en manos del Maestro?
Entrega esta y toma esta otra-como está escrito: “Anda, muéstrate a Ajab, porque daré lluvia sobre la tierra” (Capítulo 18, versículo 1).
(Talmud Bavlí Sanhedrín 113)
Tres llaves no fueron entregadas en manos de una persona. Tres llaves, las cuales cada una es responsable de una etapa diferente en la vida de la persona. El nacimiento, la vida que es entregada mediante las lluvias, y la resurrección de los muertos. Esas tres llaves establecen una separación entre la persona y Dios, nunca han sido entregadas a una persona. Hasta que apareció Eliahu. Eliahu derriba las barreras entre la persona y Dios. Toma la llave de las lluvias, y luego solicita también la llave de la resurrección de los muertos. En este momento, la invasion de los ámbitos se torna peligrosa. La irrupción en el ámbito del otro se convierte en la difuminación de la brecha entre la persona y Dios. Aquí es donde Dios recupera la llave de las lluvias: “Anda, muéstrate a Ajab, porque daré lluvia sobre la tierra” (versículo 1).
Desde el principio hasta su final, Eliahu es ilustrado como una persona ubicada en el espacio entre lo humano y lo Divino. Un enviado de Dios que a veces asume el rol de Dios. Eliahu no murió, fue arrebatado en una tormenta. Quedó como una figura que sobrevuela entre el Cielo y la tierra.
Editado por el equipo del sitio de Tanaj
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