En el lugar del juicio, allí está la maldad

En el lugar del juicio, allí está la maldad

¿Cuál es el significado de la afirmación punzante de Kohelet en nuestro capítulo: “Y más he visto bajo el sol: en el lugar del juicio allí está la maldad; y en el lugar de la justicia, allí está la maldad” (Versiculo16)?

Entre las diversas “observaciones” punzantes que nos presenta el libro Kohelet, también llega al ámbito del juicio: “Y más he visto bajo el sol: en el lugar del juicio allí está la maldad; y en el lugar de la justicia, allí está el malo” (Versículo 16). La injusticia clama al cielo. El palacio de justicia, el lugar destinado a reparar las injusticias, se ha convertido en un foco del mal, en el centro de las injusticias.

Los comentaristas, entre los Rishonim y los Ajaronim, buscaron darle sentido a esta dura frase. Algunos, como por ejemplo el antiguo Targum de la Biblia y Rashi, vieron en la frase una descripción de la triste realidad que se dio en diversas épocas: los jueces utilizaron el engaño en su tarea, recibieron coimas, y tergiversaron los juicios. Aquel que era culpable, era absuelto, y viceversa.

Otros comentaristas contemplaron el versículo como una descripción punzante del mal potencial que se halla oculto en el procedimiento judicial: la muerte y la vida en las manos del juez. Un pequeño error del juez puede llegar a desmoronar el edificio de la justicia, llevar a inocentes a la cárcel y privarlos de su libertad, dictar una sentencia de muerte por nada, y destruir el mundo de la persona.

Rabí Ovadiá Seforno (uno de los Sabios de Italia en el siglo XVI), llama nuestra atención acerca del peligro que corre la persona juzgada y el juez: a partir del deseo de ser beneficiados en el juicio o de beneficiar a sus enviados, los que son juzgados y sus fiscales, pueden llegar a abstenerse de decir la verdad, o toda la verdad y solo la verdad, y brindar un testimonio falso.

Y no sin motivo, nuestros Sabios nos advirtieron, tal vez, a raíz de Kohelet, “No te conviertas tú en el abogado” (Pirkei Avot, 1, 8), ya que acostumbran a brindar testimonios no verídicos. A tal punto, que dijeron: “Porque vuestras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de iniquidad; vuestros labios hablan mentira, y vuestras lenguas profieren maldad” (Yeshaiahu, capítulo 59, versículo 3)…”Esos son los abogados” (Tratado de Shabat 139a).

El peligro que acecha frente a la condena o la pérdida del juicio, el honor, el dinero importante, que están implicados en el proceso judicial, generan una gran tentación. Y quien no es cuidadoso de ello, puede caer fácilmente en la conversión del lugar del juicio en el lugar de la maldad, y el lugar de la justicia en el de la injusticia, etc.

Tal como también es destacado en el versículo, “el lugar del juicio” y “el lugar de la justicia”, no necesariamente se superponen.

A pesar de la gran proximidad entre la “justicia” y el “juicio”, que ocasionalmente parecen como mellizos siameses que nunca se habrán de separar, hay una diferencia entre ellos. En más de una ocasión, la persona enjuiciada, al recibir el veredicto, siente que el “juicio” no es justo, entre otras cosas, por la subordinación  del juicio a las reglas de la  evidencia y las normas jurídicas, que más de una vez, revelan la “verdad jurídica”, pero la misma, no siempre condice con la “verdad fáctica”.

En la vía de acceso del sitio del juicio, Kohelet cuelga un gran cartel: “Cuidado, minas peligrosas”, y todo aquel que ingresa al recinto, las personas enjuiciadas, los fiscales y jueces, es bueno que lo sepan y que se cuiden.
Gentileza sitio 929.

 

Volver al capítulo