La conducta del pueblo es sumamente mala y por ello, Dios no desea sus sacrificios, sus plegarias y sus grandes reuniones festivas. Dios exige alejarse del mal y la realización de buenas acciones y no un servicio de adoración sólo superficial.
Yeshaiahu describe la observancia del pueblo de Israel al ejecutar los preceptos entre el hombre y Dios: la ofrenda de sacrificios, las reuniones del pueblo en festividades y plegarias. No obstante, Él los reprende por el hecho de tratarse de un servicio Divino que se hace sólo en apariencia y que en realidad está despojado de todos los valores auténticos de justicia y juicio, el amor a Dios y a la persona. Al mismo tiempo que se dirigen a Dios en la plegaria, pueden pecar y hacerle daño a los débiles de la sociedad. Resulta interesante que Yeshaiahu comienza su libro con esta reprimenda y también lo culmina con una reprimenda similar. Desde la perspectiva del profeta, lo importante es buscar a Dios verdaderamente y cumplir su voluntad en la reparación moral y espiritual y no abocarse sólo a lo externo, que se pone de manifiesto a través del culto y la adoración.
Esta clase de crítica fue transmitida por muchos profetas en el Tanaj, comenzando por Shmuel: “Y dijo Shmuel: ¿Acaso se complace el Señor en ofrendas y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? He aquí, el obedecer es mejor que la mejor ofrenda, y el prestar atención, (Es mejor) que la grosura de los carneros” (Shmuel I, capítulo 15, versículo 22), pasando por el profeta Amós: “Pues aunque Me presenten holocaustos con vuestras ofrendas vegetales, no los aceptaré; ni miraré los sacrificios pacíficos de vuestros animales cebados” (Amós, capítulo 5, versículo 22), el profeta Mijá: “¿Acaso el Señor se complacerá en millares de carneros, o en diez millares de arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi transgresión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? Él te ha dicho, oh hombre, lo que es bueno, y qué es lo que el Señor pide de ti; sólo hacer justicia, y amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?” (Mijá, capítulo 6, versículos 7-8), y finalizando con el profeta Irmiahu: “¿A qué viene para Mí incienso de Shva; y caña aromática de país lejano? Vuestros holocaustos no (Me) son adecuados, y vuestros sacrificios no Me agradan” (Irmiahu, capítulo 6, versículo 20). Esta reprimenda de Irmiahu, también llega después de la descripciones de las acciones fallidas de la gente de Iehudá.