Esta casa que tú construyes

Esta casa que tú construyes

 

A pesar de la amonestación Divina insinuada Shlomó no se desalentó ni renunció a todo el emprendimiento, sino que continuó construyendo el Templo con el mismo entusiasmo, agrandándolo y embelleciéndolo de un modo excelso. Su grandeza es que siguió adelante aún cuando ya sabia que tal vez sus actos no habrían de perdurar y que probablemente el Templo  podría llegar a ser destruido.

 La construcción fue iniciada por iniciativa de Shlomó, sin ninguna profecía ni mandamiento Divino explícito. Se infiere que al igual que David en su momento, también él se vio impulsado a atreverse y comenzar. Este es precisamente el orden establecido en todo lo concerniente al Templo, “Nadie expresa su deseo y demanda de retornar a Tzión” (Rosh Hashaná 30a)” Y en efecto, Ierushalaim será reconstruida cuando los hijos de Israel manifiesten su nostalgia y añoranza” (El Cuzarí).

La aparición de la Divinidad se da ahora en medio de la construcción (11-13), pero llega como una ducha fría. A medida que el Templo fue creciendo y embelleciéndose más  se convirtió de un marco en el mismo objetivo por lo que el temor y la objeción crecían paralelamente. La profecía advertía acerca de la sensación de eternidad que acompañaba el acto de la construcción. El contenido de la casa es su santidad, y la misma está supeditada a la pulcritud del pueblo y el rey y de su pureza, y no a la dimensión de las piedras y su fortaleza, y a partir de esto la advertencia de que la construcción no es permanente ni eterna. Por el contrario, cuanto más modesto sea el Templo, será más aceptado religiosa y filosóficamente. Se pueden reducir sus dimensiones y adecuarlas a los recursos existentes, sin requerir de fuerzas ajenas, y así elevar su santidad interior.

A pesar de la amonestación Divina insinuada Shlomó no se desalentó ni renunció a todo el emprendimiento, sino que continuó construyendo el Templo con el mismo entusiasmo, agrandándolo y embelleciéndolo de un modo excelso. Su grandeza es que siguió adelante aún cuando ya sabia que tal vez sus actos no habrían de perdurar y que probablemente el Templo  podría llegar a ser destruido.

Según los Sabios, Shlomó extrajo todas las conclusiones de esta profecía y al mismo tiempo actuó con sumisión a fin de preparar la Casa también para el momento de su destrucción:

“Al construir Shlomó la Casa y a sabiendas de que finalmente sería destruída, construyó en la misma un sitio en el cual ocultar el Arca abajo en escondites profundos y sinuosos, y el rey Yoshiahu ordenó ocultarlo en el lugar construido por Shlomó” (Hiljot Beit Habejirá capítulo 4, 1).

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán.

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