El paso de Hebrón a Ierushalaim refleja la senda de David, que está interesado en unificar a Iehudá e Israel en un solo reino, cuya capital no pertenece de forma destacada a uno de los bandos que representaron el reino dividido.
Tras convertirse David en el rey de todo Israel, no puede dejar su capital en Hebrón, que está tan identificada con Iehudá y que no se halla en el centro del país. Pero, ¿por qué eligió justamente a Ierushalaim?
Primero, una de las claras cualidades de Ierushalaim es que la ciudad no está marcadamente situada en territorio de las dos principales tribus del pueblo de Israel, Iehudá y Biniamin, al ser una ciudad fronteriza entre ellas, y más aún, Ierushalaim estaba considerada como tierra de ambas tribus:
Al final de la descripción de la heredad de Iehudá en el libro Yehoshua, está citado:
“y los Iebusim, los pobladores de Jerusalén, no pudieron conquistarlos los hijos de Iehudá. Y habitaron los Iebusim con los hijos de Iehudá en Jerusalén hasta este día” (Yehoshua, capítulo 15, versículo 63)
Y he aquí, que en el comienzo del libro Shoftim, Jueces, figura un versículo paralelo, casi palabra por palabra, pero con una diferencia significativa:
“Mas al Iebusí que habitaba en Jerusalén, no desterraron los hijos de Biniamín, y habitó el Iebusí con los hijos de Biniamín en Jerusalén hasta hoy” (Shoftim, Jueces capítulo 1, versículo 21)
Entre ambos versículos hay una contradicción frontal sobre la cuestión de dónde está ubicada Ierushalaim, en la tierra de qué tribu. El cuadro se complica más aun a la luz de otro versículo:
“Y combatieron los hijos de Iehudá contra Jerusalén, y la tomaron, y la pasaron a espada, y a la ciudad prendieron fuego” (Shoftim, Jueces, capítulo 1, versículo 8)
¿Cuál es el sentido de la contradicción en la cuestión de la ubicación de Ierushalaim?
Parece que desde el aspecto literario, el texto bíblico generó este interrogante con intencionalidad, y no casualmente escribió dos versículos paralelos que se contemplan como contradictorios. De este modo, aparentemente, el texto pretende enfatizar, que efectivamente, no estaba del todo clara la cuestión de la ubicación de Ierushalaim, en función de las tierras de las tribus, y esta es justamente la cualidad de la ciudad: no está claramente identificada con una de las tribus.
Precisamente por ello, Ierushalaim fue establecida como la capital del reino unificado, en su condición de ciudad unificadora, que no está considerada como una ciudad de una de las tribus. A posteriori, Jazal, nuestros Sabios de Bendita Memoria, describieron el fenómeno desde su aspecto halájico: “Ierushalaim no fue distribuida entre las tribus” (Iomá 12a)
Editado por el equipo del Tanaj
Gentileza VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”