El episodio de la guerra de Débora y Barak contra Sisrá presenta un estado de indiferencia y falta de iniciativa graves. El episodio de la guerra es el intento de redimir a una comunidad que no lucha por sí misma.
Los primeros versículos describen la difícil situación: “y había afligido en gran manera a los hijos de Israel” (Versículo 3). No obstante, fuera del clamor a Dios, nadie hace nada para luchar contra el sometimiento. Débora se dedica a impartir juicio pero el liderazgo político que es el que debía actuar y conducir no existe.
De esta manera, la situación es similar a la de los hijos de Israel en Egipto. También allí el pueblo de Israel se halla frente a una grave situación de esclavitud pero el pueblo no actúa para salvarse. La redención es solamente celestial (superior) (a partir de la influencia superior de Dios), al actuar Moshé como profeta de Dios y no como un líder que dirige al pueblo.
Débora, al igual que Moshé en su momento, intenta enrolar al pueblo, y para ello lo convoca a Barak. La primera fase es la de crear un liderazgo. Su esperanza es la de emprender una senda que entusiasme al pueblo y lo motive a tomar iniciativa, que les sacuda la pasividad ante la presión y el apremio. Y sin embargo, Barak rehúsa liderar dicha movida y se pone intransigente en su solicitud de que Débora sea la que encabece esta iniciativa. Barak tiene las cualidades militares y las capacidades operativas para luchar pero le falta el don del liderazgo para promover la iniciativa y liderar. Esta es la primera fase del drama del episodio, que coloca a la persona ante el dilema entre optar por la indiferencia y la falta de iniciativa y la posibilidad de cambiar la situación o la voluntad de sacrificio y entrega a partir del interés y de un modo activo. Barak lo logra en forma parcial, al estar dispuesto a actuar única y exclusivamente bajo el auspicio de Débora.
La segunda fase es el llamado al pueblo para enrolarse. En el cántico de Débora (Capítulo 5) nos notificamos del fenómeno de las tribus que no se presentaron, lo que da cuenta de un problema doble-primero, la falta de voluntad de luchar emana del deseo de una vida accesible y cómoda a cuenta de la responsabilidad nacional y el esfuerzo histórico, y segundo, la indiferencia al destino de sus hermanos también evidencia un tribalismo duro que no logra aglutinarse bajo la sensación de un pueblo. Es importante destacar que el enojo no se debe a la no asunción de la responsabilidad con el prójimo, sino también por el hecho de que la ausencia de las tribus pone en riesgo el éxito de esta movida bélica y compromete otro tipo de guerra por parte de Dios. Por la vía natural, Barak no tiene posibilidad alguna. Por consiguiente, aquí la redención debe ser realizada a partir de un fuerte involucramiento de Dios tal como aconteciera en Egipto.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj
Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica “Har Etzion”