Los hermanos en Canaan (1-15)
En el capítulo anterior, la conversación entre Iaacov y sus hijos llegó a un callejón sin salida: Iaacov rehusó enviar a Biniamín a Egipto. Ahora, la comida que trajeron de Egipto se acabó y Iaacov le pide a sus hijos descender nuevamente a Egipto para traer alimento para la familia. Iehudá es el que toma la palabra ante Iaacov y explica que ellos podrán descender a Egipto única y exclusivamente, si Biniamín va con ellos. Iehudá le promete a Iaacov que él es el garante del niño "Yo habré de ser fiador. De mi mano habrás de pedirlo. Si no te lo trajere hasta tí y te lo presentare ante tí, habré pecado para tí por todos los días" (9). Iaacov accede y le da a sus hijos la bendición para el camino.
Los hermanos en Egipto (16-34)
Los hermanos llegan a Egipto pero aún no se reúnen con Iosef. El hombre "mayordomo de su casa" (16) lleva a los hermanos a la casa de Iosef. Los hermanos piensan que ahora Iosef desea " arrollarnos y caer sobre nosotros y para tomarnos por esclavos junto con nuestros asnos" (18). Ellos le suplican al mayordomo pero éste de inmediato los tranquiliza "¡Paz para vosotros, no teman!" (23). Iosef llega al encuentro de sus hermanos y pregunta por su padre y se emociona al ver a su hermano menor. Luego de ello los hermanos reciben comida, pero Iosef no come con ellos "ya que abominación era para los egipcios" (32). Los hermanos , así como los lectores del relato no entienden del todo lo que ocurre ni cuál será la suerte de los hermanos "y se asombraron los hombres el uno frente al otro." (33)