Jerarquía entre lo sacro y lo mundano

Jerarquía entre lo sacro y lo mundano

La orden dada a Aharón y a sus hijos de no salir de la Tienda de Reunión durante los siete días de investidura nos indica que a pesar de la gran adhesión que muestra la Torá por la vida mundana, el servicio sagrado es más importante y no debe ser abandonado por las ocupaciones mundanas.

Al final de nuestro capítulo, Moshé le ordena a Aharón y a sus hijos cómo deben comportarse durante los siete días de investidura, en el proceso de inauguración del Mishkán (Tabernáculo), entre otras cosas, les ordena no abandonar la Tienda de Reunión: “y de la entrada de la Tienda de Reunión, no habrán de salir siete días… y en la entrada de la Tienda de Reunión permanecerán de día y de noche -siete días- y habrán de observar la observancia del Señor” (Versículos 33-35)

A partir de ello, Jaza”l (nuestros Sabios de Bendita Memoria) aprendieron la ley de la conducta para todas las generaciones: “Y este es el precepto que se acostumbra a realizar por generaciones, que el Cohen no deje la tarea y salga” (comentario de Rambán, según Jaza”l). El Cohen tiene prohibido abandonar alguna de las tareas del Santuario por la mitad e irse. El primer significado de dicha prohibición es más que comprensible: el hecho de abandonar una tarea en beneficio de otro acto da cuenta de un orden de prioridades que coloca a la segunda acción por sobre la primera. El abandono del servicio a Dios en favor de otra ocupación es percibido como un desprecio al servicio sagrado.

Pero parece que hay aquí un aspecto adicional. El servicio a Dios no nos demanda una desconexión de este mundo y de la actividad humana normal. La Torá adhiere a la vida en este mundo: se puede-y se debe- servir a Dios también por medio de la vida humana normal, a través de una vida que incluye los actos de comer y beber. También en los sacrificios hallamos el consumo de carne como parte del proceso, cuando en el sacrificio Shelamim también come del mismo el que ha traído el sacrificio, y no sólo los Cohanim.

Sin duda alguna, éste es un mensaje auténtico e importante; pero el mismo requiere de cierto  refinamiento y aclaración. Cuando estudiamos acerca de la adhesión del judaísmo a la vida humana natural, es importante mencionar que hay aquí una jerarquía. El servicio a Dios es el que le otorga la idiosincrasia y el sentido a la vida de este mundo y no a la inversa. No deseamos circunscribir nuestro servicio a Dios en el ghetto de la sinagoga. La fe influye sobre nuestro modo de actuar en la calle, en el mercado y en la oficina, y no a la inversa. En forma recurrente sucede que al estar borrosos los límites entre lo sacro y lo mundano, desafortunadamente deriva en una consecuencia opuesta: en lugar de compartir conceptos de Torá en la oficina, hablamos de la Bolsa de valores en medio de la lectura de la Torá.

Por ello, es importante enfatizar: no se puede abandonar el servicio sagrado por las ocupaciones mundanas. La Torá difumina la línea que diferencia entre lo sacro y lo mundano, a fin de que lo sacro influya sobre lo mundano, y no para que lo mundano influya sobre lo sacro. Debemos recordar la jerarquía correcta. Cuando definimos que no hay desconexión entre lo sacro y lo mundano, no es que queremos convertir nuestra vida religiosa en “Torá-Light” sino concederle sentido y contenido a lo mundano en nuestra vida.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Perashot" publicado por "Maaliot".

 

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