Según lo descrito en el libro Melajim, Jizkiahu solicita una señal para su cura al profeta Yeshaiahu e incluso negocia por ella. ¿Cómo es posible conciliar la contradicción entre el pedido de Jizkiahu y la prohibición de poner a prueba a Dios? ¿Y por qué necesitaba Jizkiahu esa señal?
Jizkiahu obtuvo señales. Resulta que el rumor de Tirhaqa y la retirada de Sanjerib era una señal de su derrota total, y de la posibilidad de que el pueblo resurgiera a partir de la destrucción de la tierra por obra de Sanjerib (Melajim II, capítulo 19, versículo 7; Yeshaiahu capítulo 37, versículo 7). Además de esta señal, se le concedió a Jizkiahu una señal personal en Maalot Ajaz para su curación, pero la sanación del rey también tenía un sentido público y era una señal para la cura del pueblo todo y para la salvación de Ierushalaim.
Jizkiahu estaba muy interesado en la señal, e incluso negoció por ella, como está descrito en el libro Melajim: “Y Jizkiahu había dicho a Yeshaiahu: ¿Qué señal me darás de que el Señor me sanará, y de que al tercer día subiré a la casa del Señor?. A lo que dijo Yeshaiahu: "Esto te será de señal de parte del Señor... ¿(Quieres) que avance la sombra diez grados (en este reloj de sol), o que vuelva atrás otro tanto? Y respondió Jizkiahu: "Cosa es de poca monta que la sombra decline diez grados; no, quiero antes que vuelva la sombra hacia atrás diez grados” (Melajim II, capítulo 20, versículos 8-10). Justamente Ajaz que rechazó hipócritamente la propuesta de la señal fue enérgicamente reprendido por Yeshaiahu (Yeshaiahu capítulo 7). La solicitud de una señal por parte de la persona y la puesta a prueba de Dios, son consideradas, aparentemente, como un grave pecado-como el pecado de Masá y Merivá-“por la contienda de los hijos de Israel y por haber probado, ellos, a Dios diciendo: ¿Acaso está Dios en medio de nosotros, o no?” (Shemot, capítulo 17, versículo 7). La crítica a esta prueba como manifestación de falta de fe se hace más dura, particularmente, en el libro Tehilim, Salmos, que es el libro de la devoción y la fe. Allí, el texto confronta a la bondad de Dios a lo largo de la historia con la falta de fe revelada por el pueblo en los reiterados intentos de poner a prueba a Dios. (Tehilim, capítulo 78, versículo 95).
La esencia de la fe se encuentra en su integridad, y es puesta a prueba en su totalidad. Si hay lugar para una prueba, pues es justamente la prueba a la persona, a la que hay que ponerla a prueba de un modo reiterado y recurrente. La prueba a la persona la compromete a exhibir la integridad de su fe y hasta puede elevarla, pero la prueba al Creador expresa principalmente el fracaso de la fe, su negación y anulación. ¿Pues entonces, por qué Jizkiahu exigió aquí la señal y por qué el profeta elogió la prueba? Parece ser que la prueba a Dios está supeditada a quien la realiza. Cuando la prueba se impone a partir de una falta de fe en la capacidad de Dios y en rebelarse contra Él, la misma refleja la debilidad de la fe en la persona. Pero cuando el que realiza la prueba tiene fe y se somete a la palabra de Dios, la prueba viene a aumentar la fe y a santificar el nombre de Dios en el mundo y eso es una bendición.
En la solicitud de la señal, Jizkiahu se parece a Guidón (Shoftim, Jueces, capítulo 6). Ambos pidieron una señal para su éxito. Los dos negociaron con Dios y no se conformaron con la concesión de su primer pedido, sino que querían agrandar y profundizar el sentido del milagro. Guidon no tenía duda alguna de que Dios salvaría a Israel, no tenía duda alguna de que Dios salvaría a Israel, pero solicitó una señal para que los salvara por obra de él (Shoftim, capítulo 6, versículo 36). Lo mismo sucede con Jizkiahu. Su enfermedad era como una sombra y amenaza a la capacidad personal de Jizkiahu y a su idoneidad para liderar al pueblo en la lucha contra Ashur y estar a la cabeza de los sitiados. Ahora, al recibir la noticia de su cura y también de la salvación de Ierushalaim, el profeta vincula una vez más el destino del pueblo con el destino personal de Jizkiahu, y eleva una plegaria pidiendo fortalecer su fe y también la fe del pueblo. Y tal vez, Guidón y Jizkiahu solicitaron una señal más, y “una señal dentro de otra señal”, debido a que en ambos casos, se complicó el proceso de la redención y la situación del pueblo se agravó. Parece como si hubiera sido violada la promesa Divina de protección y salvación, y el creyente que se hallaba ante sus enemigos, se ve obligado a estar confundido también en una renovada prueba de fe, y por consiguiente, solicitaron la revelación de la bondad de Dios en una señal. En el caso de Jizkiahu, el ejército de Ashur ya había conquistado la tierra y había dejado atrás una tierra arrasada, y Jizkiahu se vio forzado a afrontar una dura prueba, y continuar creyendo a pesar de la caída y creer en la salvación. Una vez más, la mano de Dios lo afectó en forma personal, sus méritos no fueron suficientes y enfermó. Nuevamente surgió la ansiedad y el pánico: ¿Tal vez Jizkiahu haya sido rechazado y no es el apropiado para liderar al pueblo hacia la salvación y por ello deriva en el fracaso? Por eso, Jizkiahu se dirigió y solicitó una señal.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán.