Kidush Hashem

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Si una persona sacrifica su vida para santificar el Nombre de Dios, ¿debe esperar un milagro que la salve? (v. 32)
RASHI: Entrégate y santifica Mi Nombre... cuando la persona se entrega, debe estar dispuesta a morir, pues cualquiera que se entrega esperando un milagro, no merecerá uno.
TORAT KOHANÍM: Toda persona que entrega su vida confiando en que Dios la salvará milagrosamente, no será salvada por un milagro.
Y si no se apoya en que será salvada por un milagro, lo será. Como vemos con Jananiá, Mishael y Azariá, quienes dijeron a Nevujadnetzer: “No nos importa responderte sobre esto. Mira, está nuestro Señor a quien servimos, Él puede salvarnos. Él nos librará del llameante horno ardiente y de tu mano, rey. Y si no [lo hace], has de saber, rey, que no adoraremos a tu dios ni nos prosternaremos a la imagen de oro que erigiste” (Daniel 3:16-18). Y cuando [el emperador romano] Tiranus apresó a Papus y a su hermano Lulianus en Laodicea, ellos le dijeron: “Jananiá, Mishael y Azariá eran hombres justos, y Nevujadnetzer era un emperador digno de que se produzca un milagro. Pero tú eres un rey malvado, indigno de provocar uno, y nosotros merecemos que Dios nos quite nuestras vidas. Y si tú no
nos matas, Dios tiene muchos otros métodos de causar daño. Tiene muchos osos, leones, panteras, serpientes y escorpiones que pueden hacerse cargo de nosotros. Sin embargo, ¡[tú fuiste elegido como el agente] para que Dios pueda exigirte nuestra sangre!”. Y se dice que [Tiranus] no llegó siquiera a irse de esa ciudad cuando llegó un mensajero de Roma y le quitó los sesos con varas de madera.
RAMBAM: En todo caso en que la Torá dice que uno debe dejarse matar en vez de transgredir, y el individuo en efecto se dejó matar y no transgredió, santifica el Nombre de Dios. Y si había diez judíos presentes, santifica entonces el Nombre de Dios públicamente, como Daniel, Jananiá, Mishael y Azariá, y como Rabí Akivá y sus colegas.
Estos son los asesinados por el gobierno, y no hay jerarquía superior a la de ellos. De ellos dice el versículo: “Pues por Ti fuimos muertos cada día, considerados como rebaño para el matadero” (Salmos 44:23), y también (ibíd. 50:5) “Júntense a Mí, Mis devotos, que confirman Mi alianza mediante el sacrificio” (Leyes de los Fundamentos de la Torá 5:4).

Torat Menajem

LA MITZVÁ DE SANTIFICAR EL NOMBRE DE DIOS (V. 32)
Para aclarar la opinión de Rashi respecto de la mitzvá de Kidush Hashem (santificar el Nombre de Dios), debemos examinar primero las afirmaciones de Torat Kohaním y Rambam:
1) ¿Por qué no incorpora Rambam la advertencia de Torat Koahním, que “toda persona que entrega su vida confiando en que Dios la salvará milagrosamente, no será salvada por un milagro, etc.”?
2) ¿Por qué en su lugar ofrece la explicación que “no hay jerarquía superior a la de ellos” citando versículos de los Salmos?
3) La persona primero debe rehusarse a transgredir, y solo luego es muerta. ¿Por qué lo escribe Rambam en orden inverso, “...y el individuo en efecto se dejó matar y no transgredió...”?
Debajo de todos estos sutiles detalles hay una diferencia fundamental en el concepto de Kidush Hashem. Cuando una persona entrega su vida en lugar de transgredir en público, hay dos resultados posibles: morirá, o Dios la salvará con un milagro. Esto nos lleva a las siguientes preguntas:
a) ¿Cuál es una mayor santificación del Nombre de Dios: morir o ser salvada?
1) Si es salvada por un milagro, el mundo presencia entonces el poder de Dios y cómo Él salva al pueblo judío del peligro.
2) Pero si la persona muere, también habrá una santificación única del Nombre de Dios, pues ello demuestra que las mitzvot de Dios le son más preciadas a la persona que su propia vida. Después de todo, si estuviera segura de que Dios en efecto la salvaría cada vez, en la conclusión final no entregó realmente su vida, pues esperaba que Dios la salve.
Otra pregunta es la siguiente:
b) Si la persona es en efecto salvada por un milagro:
1) ¿Es ese milagro en verdad parte de la mitzvá de Kidush Hashem?
2) ¿O el milagro es una hazaña realizada por Dios, completamente independiente del requerimiento que el judío debe sacrificar su vida?
En otras palabras, ¿acreditamos el milagro, y el Kidush Hashem resultante, a la persona que entregó su vida, pues su mérito hizo que ocurriera el milagro, o esta es una instancia independiente en la que Dios santifica Su propio Nombre?
Una ramificación práctica emergente de estas dos preguntas es si la persona debe esperar (o incluso declarar) que Dios podría salvarla con un milagro. Pues si es más Kidush Hashem que ocurra un milagro (arriba ‘a, 1’) y que el milagro se considera parte de su mitzvá (arriba ‘b, 1’), la persona debe esperar y pretender que ocurra un milagro para que la mitzvá de Kidush Hashem sea completa y se cumpla de la mejor manera posible.
(Sin embargo, la persona no debe confiar en que ocurra un milagro meramente para ser salvada (en aras de ella sola). Pues entonces resultaría que en realidad desde un comienzo no quería entregar su vida, y que lo hizo solo porque esperaba que Dios la salve).
LA EXPLICACIÓN
Parecería que Torat Kohaním opinaba que es un Kidush Hashem mayor si la persona es salvada por un milagro y el milagro es parte de la mitzvá de Kidush Hashem. Por lo tanto:
1) Menciona la posibilidad de que ocurra un milagro, dando a entender que este sería el Kidush Hashem más grande posible.
2) Como un milagro aumenta el Kidush Hashem y es parte de la mitzvá, es apropiado tener en mente (e incluso declarar) que Dios puede realizar uno, cuando la persona entrega su vida. Por eso Torat Kohaním menciona que Jananiá, Mishael y Azariá dijeron a Nevujadnetzer: “Mira, está nuestro Señor a quien servimos, Él puede salvarnos. Él nos librará del llameante horno ardiente y de tu mano, rey”.
3) La segunda prueba que cita Torat Kohaním —de Papus y Lulianus— recalca una idea similar, que cuando no ocurre el milagro para salvar a la persona que entrega su vida, es en efecto una mitzvá inferior (“Pero tú eres un rey malvado, indigno de provocar un milagro, etc.”).
4) Sin embargo, Torat Kohaním sí cita que ocurrió un milagro (“no llegó siquiera a irse de esa ciudad cuando llegó un mensajero de Roma y le quitó los sesos con varas de madera”), pues ello sí magnifica aún más el alcance del Kidush Hashem que lograron.
Rambam, por el otro lado, consideraba que es un Kidush Hashem mayor si la persona no es salvada por un milagro (u otros medios), y que cualquier milagro que ocurriera no sería parte de la mitzvá. Por lo tanto:
1) No hace mención alguna de un milagro, pues en su opinión no es parte de la mitzvá de Kidush Hashem.
2) Escribe: “...y el individuo en efecto se dejó matar y no transgredió...” (a pesar de que en realidad esto ocurre en el orden inverso) para recalcar que la mitzvá consiste (idealmente) en ser concretamente muerto y no ser salvado.
(De hecho, esta postura es similar a la del Zohar (I, 142a), que el que Jananiá, Mishael y Azariá dijeran a Nevujadnetzer “Mira, está nuestro Señor a quien servimos, Él puede salvarnos” fue pecaminoso. Rabí Jaím Vital explica que esto es así porque habría sido un Kidush Hashem mayor si hubiesen esperado morir).
3) Rambam luego recalca: “Estos son los asesinados por el gobierno, y no hay jerarquía superior a la de ellos. De ellos dice el versículo..., etc.”,
pues según su óptica es precisamente al convertirse concretamente en “víctima” que uno cumple la mitzvá de Kidush Hashem de la mejor manera posible.

LA OPINIÓN DE RASHI
Hasta ahora, hemos sostenido que de ocurrir un milagro y salvarse la vida de la persona, ello a) aumentaría el Kidush Hashem y también sería parte de la mitzvá (Torat Kohaním), o b) sería perjudicial al Kidush Hashem y no formaría parte de la mitzvá (Rambam).
Hay, sin embargo, una tercera alternativa: que el milagro en realidad no sea parte de la mitzvá (como Rambam) pero que no obstante aumente el Kidush Hashem (como Torat Kohaním). En otras palabras, cuando una persona es salvada por un milagro, esa es la mejor demostración posible del poder de Dios, pero dicho milagro sigue siendo Su propio acto; no forma parte de la mitzvá de la persona.
La ramificación práctica de esta postura es que, como el milagro no es parte de la mitzvá que recae sobre la persona, de ella no se requiere que espere o informe a otros que podría suceder un milagro. Si ocurre, es “asunto de Dios” y no de la pesona.
Sin embargo, por el otro lado, las intenciones de la persona no son del todo irrelevantes. Pues si no cumple la mitzvá de Kidush Hashem con un motivo puro, es improbable que Dios realice un milagro para salvarla. Por lo tanto, el individuo no debe entregar su vida y mientras tanto sospechar en secreto que Dios lo salvará, pues entonces no estaría entregando genuinamente su vida. Y esta falta de intenciones puras podría impedir, de hecho, que ocurra el milagro, y la oportunidad de un Kidush Hashem mayor se habrá perdido.
Esta tercera postura intermedia parecería ser la opinión de Rashi. Este omite la afirmación de Torat Kohaním que “y si no se apoya en que será salvada por un milagro, lo será”, pues según Rashi todo milagro que pueda ocurrir no es parte de la mitzvá de Kidush Hashem. Por eso no le corresponde a la persona tener una intención específica que evocaría un milagro (“...[entonces] lo será [salvada por un milagro]”). Más bien, Rashi escribe “Entrégate y santifica Mi Nombre”, pues esa es la única intención que la persona precisa tener concretamente.
Por lo tanto, en la conclusión final, resulta que Rashi y Rambam estaban de acuerdo en cuanto a la forma en que la persona debe cumplir la mitzváde Kidush Hashem. Ambos coincidían en que no debe pensar en milagros en absoluto, y únicamente debe entregarse a Dios, para santificar Su Nombre. Solo disentían en cuanto a cuál debía ser el resultado preferible.
Rashi sostenía que sería un Kidush Hashem mayor si Dios hacía un milagro para salvar a la persona, mientras que Rambam consideraba que el martirio concreto es el mayor Kidush Hashem posible.
(Basado en Likutéi Sijot, vol. 27, pág. 167 y ss.)

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