El profeta Irmiahu maldijo a Iejoniá con una vigorosa maldición. Y he aquí, que ni bien fue exiliado el rey a Bavel, Irmiahu ya lo extraña a él y a la gente de su exilio. ¿Cuál es la razón del significativo cambio en la actitud del profeta?
El reinado de Iejoniá fue un episodio breve, él alcanzó a reinar en reemplazo de su padre Yehoiakim tres meses hasta el ascenso de Nevujadnetzar a Ierushalaim y Yehoiajín se entregó a él y salió al exilio con los príncipes y los jefes de las fuerzas, los artesanos y los herreros. A pesar de la juventud de Yehoiajín y el corto tiempo que gobernó, el texto ilustra su carácter como malvado: “ E hizo lo malo a los ojos de Dios, conforme a todo lo que había hecho su padre” (Melajim II, capítulo 24, versículo 9) Irmiahu incluso, lo maldijo con una maldición vigorosa: “aunque fuera Koniahu, hijo de Yehoiakim, rey de Iehudá, el anillo (de sellar) sobre Mi diestra, de allí te arrancaría... Escriban a este hombre como sin hijos, hombre que no prosperará en sus días; porque ningún hombre de su linaje prosperará de modo que se siente sobre el trono de David, y gobierne más en Iehudá” (Irmiahu capítulo 22, versículos 24-30)
Y he aquí que el rey acaba de ser exiliado a Bavel e Irmiahu ya lo extraña a él y a su gente: “A semejanza de estos higos buenos, así reconoceré para bien a los del cautiverio de Iehudá, a quienes he expulsado de este lugar a la tierra de los kasditas” (Irmiahu, capítulo 24, versículo 5).
No parece que hablara con el pueblo exiliado y aún guardara rencor contra el que lo encabeza-a Iejoniahu. Tampoco es suficiente con la desilusión de Irmiahu por la mala conducta de los que quedaron en Ierushalaim, para embellecer a sus ojos los recuerdos del pasado y la imagen de los exiliados. Tal vez, en el exilio se dio un cambio fundamental y revolucionario, y ello provocó una actitud diferente. Es por ello que el libro Melajim concluye con la restitución de los derechos y los honores del rey Yehoiajín.
El hecho mismo de que Yehoiajín aceptara el decreto del profeta, de reconocer la relación de poderes en la realidad, y renunciar a su reinado en pos de la paz del pueblo y el Beit Hamikdash, el Gran Templo,hubo un cambio brusco y esencial en el pensamiento de los últimos reyes de Iehudá. Por consiguiente, así describieron los Sabios su salida al exilio: “¿Qué hizo Iejoniá? Juntó todas las llaves del Templo, y ascendió a la terraza del Beit Hamikdash, y dijo: “Soberano del mundo, visto y considerando que no hemos sido fieles tesoreros ante Ti...de aquí en más, he aquí las llaves ante Ti”(Vaikrá Raba 15,6). La rendición Yehoiajín fue la aceptación del juicio y la Teshuvá, el arrepentimiento y retorno. Se puede ver en ello más aún. El reconocimiento del pecado y la salida al exilio, según los conceptos del profeta, convirtieron al exilio en un proceso de refinamiento y expiación. De este modo, la destrucción y el exilio se transformaron de tragedia y castigo en el comienzo de la construcción futura.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Mikdash Melej-Iyunim beSefer Melajim”, de ediciones Midreshet HaGolán.