La bendición de Yaakov

La bendición de Yaakov

ESTUDIAREMOS en esta lección sólo la  conducta de los padres de Yaakov y la parte que les cupo en este episodio de la historia de nuestros patriarcas.

    Algunos de los comentaristas expresaron su asombro ante el deseo de Yitzjak de bendecir a Esav. Rabí Yitzjak Arama, Abravanel y R. Anselmo Astruc – este último en su libro Midrashé Hatorá – pusieron en tela de juicio, cada uno en su estilo, la conducta de Yitzjak. Malbim plantea esta cuestión con claridad y sencillez:

¿Porqué prefirió Yitzjak bendecir precisamente a Esav, no a Yaacov, sabiendo que aquél era taimado mientras que éste era íntegro? Más aún: ¿No era posible bendecir a ambos?

    Muchos comentaristas opinan que Itzjak ignoraba lo que sucedía en su hogar y la diferencia abismal que había entre Yaakov y Esav. Abravanel lo reprocha en los siguientes términos:

No cabe duda que Yitzjak debía haber controlado la conducta de Esav y darse cuenta de su maldad y de la maldad de sus mujeres, y que su descendencia seguiría por sus caminos. Debía de haber pedido a Dios que lo iluminara y le indicara a quién bendecir, al primogénito, o al primero por su integridad. Mas el amor enceguece. Amaba tanto a Esav, que no vió nada malo en su conducta. Puede ser, que por tal causa está escrito (27, 1): “Y aconteció que cuando Yitzjak era viejo y se le nublaron los ojos, de modo que no veía” – los ojos de su inteligencia y de su razón se nublaron a propósito de Esav, porque no vió ni observó sus acciones tal como era su deber.

 Abravanel se conforma con constatar el hecho de la ofuscación espiritual de Yitzjak, insinuada en el primer versículo del capítulo, mas no trata de encontrar la causa y la explicación de que uno de los patriarcas, y precisamente el segundo – denominado por los Sabios con el nombre de “Holocausto perfecto” y en nuestras oraciones “el hijo ofrendado”, quien no conozca ni vea lo que sucede en su derredor. Mas nuestros Maestros trataron de encontrar la causa de su ingenuidad precisamente en su calificación de “Holocausto perfecto”, porque encarnaba las cualidades que insinúa el nombre de “Holocausto perfecto” (=tamim= ingenuo). El Midrash se expresa en términos extraños por su pictoresquismo y por su corporización de lo sobrehumano (Bereshit Rabá 65, 5):

“Y se le nublaron sus ojos, de modo que no veía”. Que no veía – por causa de “aquella” mirada, que cuando ató Abraham a su hijo sobre el altar, lloraron los ángeles, y cayeron sus lágrimas dentro de sus ojos, donde quedaron grabadas, y cuando envejeció, le ofuscaron los ojos.

Otra explicación: Que no veía – a causa de “aquella” mirada. En el momento en que Abraham lo ató sobre el altar elevó sus ojos al cielo y vió la Divinidad (Shejiná).

 Los comentaristas explicaron el Midrash de diversas maneras: Hay quien dice que simboliza la siguiente idea: Quien estuvo tan cerca – por su propia íntegra voluntad de convertirse en holocausto y de ver la luz de Quien dice que Su sello es “verdad” - ¡No será ya capáz de comprender a este mundo falaz! El autor de “Hamidrash Vehamaasé” dice que la acción de Yitzjak fué más meritoria que la de Abraham, pues segun su opinión, Abraham obró a instancias del Todopoderoso, mientras que Yitzjak obedeció por fe en las palabras de su padre:

En su integridad maravillosa estaba tan lejos de la mentira hasta el punto que no conocía siquiera su existencia, ni suponía por asomo la posibilidad del engaño; estas lágrimas que se grabaron en sus ojos ( = la integridad que se grabó en él) los ofuscaron hasta el punto de no poder discernir el mal del bien, ni de percibir la astucia de Esav. Esta fué la causa que en su ancianidad se turbó la vista hasta el punto de suponer que Esav era más merecedor de la bendición que Yaakov, por eso está escrito: “Y se nublaron sus ojos, de modo que no veía – llamó a Esav” …

 Mas si en verdad ignoraba Yitzjak la conducta de Esav, no debieron haber sido insertados los versículos 34-35 del capítulo 26 que relatan el casamiento de Esav con las hijas de Jet – esa abominación para los patriarcas, esa asimilación con las hijas del país y con la población kenaanea que tanto los asustó – no debían haber sido escritos antes que Yitzjak llamara a su hijo. El hecho que la Torá no relatara ésto al final del capítulo 27, el que estamos estudiando, o a principios del capítulo siguiente, es precisamente una indicación que Yitzjak conocía el carácter de Esav y lo que ocurría en su casa. Está escrito con toda claridad:

            Las cuales fueron una amargura de espíritu a Yitzjak y Rivká.             26, 35

Volvemos así a la cuestión primitiva: ¿Porqué quiso bendecirlo? R. David Kimji parece estar acertado cuando dice que quiso bendecirlo precisamente porque lo conocía, y no por lo contrario; deseaba que su bendición lo ayudara a tomar la buena senda. De una manera similar se expresa el comentario “Or Ha-jaim”, spbre el versículo 27, 1:

Su hijo mayor: El motivo que indujo a Yitzjak a la voluntad de bendecir a Esav el malvado fue su creencia que por medio de las bendiciones se volcaría para el bien y corregiría su conducta.

 Mas con ésto no hemos respondido aún a la pregunta que fue planteada por muchos y que citamos, tal como la formuló Malbim: ¿Habría de verse privado Yaakov de la bendición porque no era malvado? Encontraremos la respuesta en la comparación de las dos bendiciones que recibió Yaakov; la primera le fué otorgada por error, cuando su padre creía que estaba bendiciendo a Esav y que estaba en realidad destinada a Esav, y la segunda, cuando bendijo a Yaakov sabiendo a quien bendecía y con la intención expresa de bendecirlo antes de su partida:

27, 28-29                                                                     28, 3-4

Dios te dé                                                                     Y el Dios Todopoderoso te

del rocío del cielo,                                                    bendiga, y te haga fructificar,

y de las grosuras de la tierra,                                       y te multiplique, de manera que

y abundante trigo y vino.                                          vengas a ser congregación de

                                                                                         Pueblos;

Sírvante pueblos,

y postérnense delante de tí                                          y te dé la bendición de

    naciones;                                                                      Abraham.

sé Señor de tus hermanos,                                             A tí y a tu simiente contigo,

e inclínenese a tí los hijos de                                        para que heredes la tierra de

tu madre.                                                                      tus peregrinaciones, que Dios

Los que te maldijeren sean                                     dió a Abraham.

    Malditos,

y benditos los que bendijeran.

    La diferencia está a la vista. Abundancia, tierras fértiles, economía sana y opulenta, autoridad y fuerza; todo esto está destinado a Esav. Pero la vocación de Abraham – la bendición de la tierra y la promesa de la Tierra – no estaba destinada a Esav desde un comienzo. La bendición de Abraham no pasa en herencia al primogénito por el hecho de ser tal, sino a quién la merece.

    Malabim está acertado al decir:

Dios bendijo a Abraham para que de su simiente salga el favorito, el pueblo que eligió para que fuera su patrimonio y que el Señor les será Dios y que hará residir Su Divinidad entre ellos, y que poseerán la tierra y se consagrarán a Dios. Abraham no pudo transmitir esta bendición a Yitzjak pues ningún hombre es capáz de legar tal bendición, que depende de la santidad del pueblo y de la bondad de sus actos. Yitzjak recibió la bendición de Dios, sólo después del fallecimiento de Abraham; lo mismo sucedió con Yitzjak, quien no tuvo la intención de bendecir a sus hijos con la bendición de Abraham, pues sabía que su bendición no sería efectiva – siendo que el merecedor de ella habría de recibirla de Dios.

    Y por haberse excluido Esav de la herencia de Abraham, al haberse mezclado y asimilado a la población del país, los kenaanitas, no pudo merecer ya esta bendición.

    Por ello queda descartada toda posibilidad de argumentar que de no haber engañado Yaakov a Esav, no hubiera sido elegido Yaakov a ser el favorito, ni hubiera alcanzado la categoría de tercer patriarca.

Tomado de: “Reflexiones sobre la Parasha”, Prof. Nejama Leibowitz, publicado por el Departamento de Educación y Cultura Religiosa para la Diáspora de la  Organización Sionista Mundial, Jerusalén, 1986  págs. 39 – 42.

 

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