Mira pongo ante vosotros la bendición y la maldición. La bendición es válida si cumplieres los mandamientos del Eterno vuestro Dios que yo hoy pongo ante vosotros; y la maldición os valdrá si no cumpliereis los mandamientos del Eterno vuestro Dios y os apartareis de Su camino para ir tras otros dioses que no conocisteis. Y sucederá, cuando el Eterno tu Dios te haya traído a la tierra a donde vas para poseerla, pronunciaréis la bendición en el monte Guerizim y la maldición sobre el monte Eval.
Nuestros sabios comparan el pecado del becerro de oro con una novia que le es infiel a su marido apenas sale del palio nupcial.
El pueblo de Israel acababa de escuchar los diez mandamientos de boca de Dios y aceptó convertirse en el pueblo de Dios. Cuarenta días después, ante el retraso de Moshé, el pueblo decide hacerse un nuevo ídolo pagano y postrarse ante él.
Si así fue cuando Moshé se ausento sólo cuarenta días, ¿qué sucederá cuando se ausente para siempre?
En Debarim 4:22-23 Moshé ya se los advierte claramente: He aquí que yo moriré en esta tierra, sin poder cruzar el río Jordán, mientras que vosotros cruzareis y heredareis toda esa buena tierra. ¡Cuidaos de no olvidar el pacto que el Eterno vuestro Dios estableció con vosotros! Ni hagáis para vosotros imágenes esculpidas, tal como lo ordenó el Eterno vuestro Dios.
Esto mismo vuelve a recalcar al comienzo de nuestra parashá: Mira, pongo ante vosotros la bendición y la maldición. La bendición será efectiva si cumplieres los mandamientos del Eterno vuestro Dios que yo hoy pongo ante vosotros; y la maldición os valdrá si no cumpliereis los mandamientos del Eterno vuestro Dios y os apartareis de Su camino para ir tras otros dioses que no conocisteis.
Es por eso que Moshé les vuelve a leer todo el pacto en las montañas de Moav antes de morir, pero el pueblo no responde aun.
Luego Moshé les ordena (Debarim 27:4-8) que al cruzar el Jordán, cuando estén en el monte Guerizim, deberán escribir todas las palabras de la Torá en la piedra y harán allí un altar y ofrendarán allí al Eterno.
Como ya lo dijo antes, en el monte Guerizim deberían colocarse 6 tribus mientras que en el monte Eval las otras 6 restantes. En el valle los Leviim leerán las bendiciones mirando hacia el monte Guerizim (que posee una vegetación frondosa) y las maldiciones mirando hacia el monte Eval (que es árido y rocoso) Al escuchar todas y cada una de las bendiciones para los que respetan los mandamientos y el pacto con Dios y cada una de las maldiciones para los que lo transgreden, todo el pueblo deberá responder: Amen. De esta manera el pueblo estará dando su consentimiento y renovando el pacto con Dios.
Si prestamos atención, se está recreando la misma situación que en el monte Sinaí, donde Moshé baja con las dos tablas de piedra en donde están escritos los mandamientos de Dios y Dios hace el pacto con el pueblo. El pueblo acepta y a continuación hacen un altar para ofrendar a Dios.
Pero esta vez a diferencia del monte Sinaí, en los montes Guerizim y Eval si bien estarán los mandamientos de Dios grabados sobre la piedra, habrá un pacto, el pueblo dará su consentimiento y luego harán un altar para ofrendar a Dios, todo tal como ocurrió en Sinaí, allí habrá una pequeña gran ausencia: Moshé.
El objetivo es que el pueblo reafirme el pacto con Dios, pero que Moshé no sea indispensable, para que no se corra el riesgo que al ausentarse, el pueblo cometa idolatría.
En contraste con el monte Sinaí en donde el pueblo hace el pacto con Dios y al ausentarse Moshé el pueblo viola el pacto, ahora en los montes Guerizim y Eval, el pueblo concertará el pacto con Dios, solo después de que Moshé ya no esté con ellos.
Este es el desafío que tiene ante él el pueblo de Israel. La renovación del pacto deberán hacerla ellos solo una vez que entren a la tierra de Israel, y allí deberán hacerlo sin Moshé, de esta manera no se correrá el riesgo de volver a cometer idolatría al ausentarse nuestro maestro Moshé.