La complejidad de los celos

La complejidad de los celos

 A Moshé se le ordenó tomar a todos los jefes del pueblo y colgarlos ante Dios frente al sol y de hecho, el acto de Pinjás representa una ejecución precisa de la palabra de Dios. No obstante, la forma en que la Torá describe los sucesos refleja la tensión interna existente en la percepción del celo desde la Torá. El celo es digno y en algunos casos, refleja la voluntad de Dios, pero la Torá no lo prescribe en forma directa.

Dios ya ha anunciado que a fin de aplacar su enojo para con el pueblo de Israel, los líderes del pueblo deben ser eliminados en forma pública, aquellos que son los responsables de la prostitución con las hijas de Moab y del apego a Baal Pehor. Y efectivamente, el acto de Pinjás es la ejecución precisa de la palabra de Dios.

No obstante, este punto nos resulta conocido sólo cuando finalmente la Torá nos relata que el hombre era dignatario de la casa de prosapia, ya que sin esta información no hay relación entre los conceptos de Dios y el acto de Pinjás. Resulta entonces que que desde el punto de vista del lector, cuando se relata “Lo vio Pinjás…” (Versículo 7), él vio simplemente un hombre, y no precisamente un dignatario de la casa de prosapia. El sentido de las palabras  es que el móvil de Pinjás para ejecutar ese acto, no fue el cumplimiento de las palabras de Dios a Moshé, sino que lo que él vio le provocó elegir él mismo la medida a adoptar, y queda la duda si es que Pinjás conocía los conceptos de Dios. A pesar de ello, visto y considerando que los conceptos de Dios mencionados anteriormente se hallan aquí en el relato, incluso antes de la acción de Pinjás, el mensaje que se infiere de los versículos es que aún antes del acto de Pinjás, una acción de esas características era bien vista y elogiada por Dios.

La imagen que emerge aquí es compleja: por un lado, el acto de Pinjás es relatado como un hecho que expresa la voluntad de Dios, y si es así, pues es significativo en función de cumplir la voluntad de Dios. Por otra parte, la Torá también se esfuerza por ubicar a la acción en su valor independiente, y desconectar a la misma de las primeras palabras de Dios. Resulta que aquí se refleja una tensión interna en la concepción del celo, de acuerdo a la Torá. En casos extremos, la acción ejecutada por celo, es elogiada y digna de compensación, y en esos casos coincide efectivamente con la palabra de Dios; por otro lado, Dios no lo ordena en forma directa, e incluso no puede provenir a partir de una orden. En los marcos habituales de los mandamientos divinos, se requieren procesos ordenados de orden jurídico, tal como lo comprendiera también Moshé, quien en esta cuestión se dirigió a los “jueces de Israel” (Versículo 5). La actitud de aquel que cela por Dios,  va más allá de estos marcos, y por lo general es peligrosa y negativa; la actitud celosa, vindicativa, puede ser elogiada única y exclusivamente en casos extremos de profanación del nombre de Dios, e incluso en esos casos, no debe darse por medio de un mandamiento ordenado y oficial.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj

Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica "Har Etzion".

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