La crisis no los dejó afuera

La crisis no los dejó afuera

Junto a la rebelión contra la Casa de David, Yarovam aprovecha la división para rebelarse contra la Torá de Moshé. ¿Y quién más no quedó exento de la crisis?

La división del reino se convirtió en una división religiosa en el seno del pueblo de Israel. Y la crisis no dejó afuera a los profetas.

Seguramente habían muchos, particularmente en las tribus “de la Casa de Iosef”, que no querían ni conciliaban con la elección de Ierushalaim como el Templo único y estaban los que elevaban sacrificios en las “Bamot”, los “Sitios Altos” que “no se desviaron”. Aún había un recuerdo borroso del “becerro” como base del culto para la aparición de “lo invisible” en la tierra, similar a “la escalera de Iaacov”, y por cierto, Beit El era conocido como un sitio “sagrado” para los patriarcas y como un “portón del cielo”.

Yarovam ben Nevat, que llamó a sus dos hijos “Nadav” y “Avihá” (14 1,20), aprovechó todo esto hasta el final al transformar la división en una rebelión contra la Torá de Moshé, junto a la rebelión  contra la Casa de David. Dos “Templos” de becerros fueron construidos en las fronteras de su reino, Cohanim, Sacerdotes, no pertenecientes a la tribu de Leví, y un calendario de festividades diferenciado de Ierushalaim. La “festividad” (Sucot) no fue modificada, solo agregó un mes (Elul) y cambió el momento de la peregrinación “mes que él había ideado de su propio corazón” (Capítulo 12, versículo 33), a fin de impedir que la gran masa del pueblo peregrinara a Ierushalaim (capítulo 12, versículos 26-28).

La crisis en la profecía:

La voz del profeta de las rupturas, Ajiá, el Shiloní (capítulo 11, versículos 29-31) no es escuchada (en el texto). “Un profeta” anciano de Beit El, sin nombre (capítulo 13, versículo 11), intentó “defender” el modo de actuar de Yarovam ben Nevat con una profecía falsa. “Mas he aquí un varón de Dios que por revelación del Señor vino de Yehudá” (capítulo 13, versículo 1), y también él figura sin nombre, en la continuidad se sentirá tentado por la falsa profecía, y lo pagará con su vida. El único profeta que estuvo a la altura y evitó una terrible guerra civil entre Iehudá e Israel fue “Shmaiá, varón de Dios” (capítulo 12, versículos 22-24), que frenó a Rejavam y a su ejército de salir a una contienda imposible para reprimir la rebelión de Yarovam con la mayoría de las tribus de Israel.
Cortesía sitio 929.

 

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