A diferencia del enfoque que imperaba en el mundo antiguo y en la literatura de la sabiduría, Kohelet sostiene que la sabiduría no le garantiza el éxito al poseedor de la misma.
En el mundo antiguo en general y en la literatura sapiencial, en particular, existía la percepción según la cual hay en el mundo un orden natural, con el cual se manejaba el mundo. Conforme a este orden, existe un nexo directo entre la sabiduría y la rectitud y entre el éxito y la felicidad. Aquellos que sostienen este enfoque creían que por naturaleza, la persona que sea sabia y justa tendrá éxito, mientras que aquella que cometa el mal, será castigada. Según ese enfoque, así como aquel que camine sobre las brasas se quemara, del mismo modo aquel que cometa una injusticia moral se verá afectado y quien sea justo se beneficiará. Basándose en esta creencia, la literatura sapiencial pretende asegurarle a la persona que si será justa y sabia será exitosa y le ira muy bien en su vida.
Kohelet se opone a dicho enfoque y sostiene que las acciones de la persona no son importantes ni influyen en su destino. Observa a las diferentes personas y descubre que a pesar de la ilusión de los sabios de que ellas controlan sus actos e influyen en su destino para bien, de hecho, la realidad es distinta. También ellas son dominadas por poderes como el amor y el odio, y finalmente, su destino no será diferente al de otros-“Todos... en cuanto a todos: acontecimiento único, al justo y al impío…” (Versículo 2). Además, Kohelet encuentra que aun cuando el sabio logro prosperar por su sabiduría, y alcanzó logros, es suficiente una pequeña insensatez para destruir todo lo que construyó y logró con su sabiduría-“pero un solo pecador destruye mucho bien” (Versículo 18). Su comprensión de que la sabiduría no garantiza a los sabios un mejor destino que el de los insensatos ni tampoco garantiza la protección de caer en la insensatez, lo lleva a la conclusión de que no tiene valor alguno invertir en la sabiduría. Les recomienda a sus lectores abstraerse de los refranes de sabiduría habituales y hacer lo que les resulte grato y los alegre, sin pensar si es una acción sabia y correcta. “Todo lo que halle tu poder para hacer en tu vigor, hace” (Versículo 10). La sabiduría no es conveniente, y por consiguiente, es preferible focalizarse en la alegría.
Sintetizado y editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído de una clase dictada en el Centro de Halajá y Enseñanza.