La falta de comprensión de Ravshaké

La falta de comprensión de Ravshaké

 

Ravshaké apela a la lógica de los habitantes de Ierushalaim e intenta convencerlos para que se rindan. No obstante, no comprende la singularidad del Dios de Israel ni valora adecuadamente la reforma de Jizkiahu y pretende convertirse en el enviado del Dios de Israel.

Ravshaké llegó a Ierushalaim con un gran ejército y con un discurso preparado. No accionó a su ejército, y en el inicio pronunció su discurso para convencer a Jizkiahu de que se rindiera. Habló con un lenguaje claro y dirigió sus conceptos a la lógica de los habitantes de Ierushalaim.

A fin de oponerse a Ashur, a Ierushalaim se le exigen tres cosas: confianza, consejo y poderío. Dice: “¿qué confianza es ésta en que te apoyas?... porque para la guerra se necesitan consejos y poderío” (versículos 4-5). En nuestro lenguaje actual, diríamos: confianza-es la ayuda militar; consejo-un plan y los preparativos para la defensa; poderío-poderío militar. ¿Acaso se encuentra todo esto en la Ierushalaim sitiada? ¿De dónde puede esperar Ierushalaim confianza, consejo y poderío?

La primera conclusión de Ravshaké es que no debe confiarse en la ayuda de Egipto. Su segunda conclusión es que no se debe confiar en la ayuda del Dios de Israel “cuyos altos y cuyos altares ha quitado Jizkiahu” (versículo 7). Ravshaké escuchó acerca de la reforma religiosa de Jizkiahu pero no la comprendió. Jizkiahu destruyó las “Bamot”, los sitios altos, los monumentos y la Asherá a fin de consolidar la fe y el culto a un solo Dios. Parece ser que los conceptos de un Dios y del culto en un solo lugar, no pueden ser aprehendidos por una persona no judía. Ravshaké moviliza al pueblo para rebelarse contra el rey: Jizkiahu no está en condiciones de salvar a Ierushalaim y no se debe confiar en él. Se burla del poderío militar de Ierushalaim y dice: “y yo te daré dos mil caballos, si de tu parte puedes poner jinetes en ellos” (versículo 8).

Ravshaké adopta una línea adicional-las comparaciones políticas entre Israel y los pueblos: “¿Dónde están los dioses de Jamath y de Arpad? ¿Dónde los dioses de Sfarváyim? Y ¿por ventura a Shomrón libraron de mi mano (los dioses suyos)?” (versículo 19), la evaluación de que Ierushalaim no es una Arpad extraña para el conocimiento de Ravshaké el asirio, no sabe que Ierushalaim se caracterizaba por su fe en un solo Dios, en contraste con los pueblos de alrededor y que su éxito será particular. Ravshaké trae otro fundamento a fin de convencer a la ciudad para que se rindiera. Sanjerib pretende ser el enviado de Dios: “Y acaso ¿he subido yo ahora sin el Señor, contra esta tierra para destruirla?” (versículo 10). Él adopta la vía de la seducción y las promesas: “hasta que yo venga y los lleve a otra tierra parecida a la vuestra, tierra de trigo y de mosto, tierra de pan y de viñas” (versículo 17). No le oculta al pueblo de Iehudá la política asiria: el recambio poblacional, pero según sus conceptos, ello no irá en detrimento de los exiliados.

A fin de aumentar el poder de persuasion, Ravshaké utiliza un lenguaje burlón. Es despectivo con Egipto al que considera como una caña rota, se burla de Ierushalaim diciendo que ni siquiera tiene miles de jinetes, se muestra despectivo hacia los dioses de Jamat, Arpad, Sfarvayim y Shimrón.

Ravshaké conoce lo realizado en Ierushalaim, también sabe acerca de la reforma religiosa de Jizkiahu y no hay en su discurso palabras engañosas. No obstante, en su condición de persona no judía, no comprende la singularidad del Dios de Israel, ni valora adecuadamente la reforma de Jizkiahu y pretende ser el enviado del Dios de Israel.

Su discurso no está estructurado en base a la imposición del miedo, el mismo contiene algunas bases para la negociación. El objetivo de Ravshaké es socavar su confianza, convencerlos para que abran los portones de la ciudad, sin derramamiento de sangre.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj

Extraído del sitio DAAT

Volver al capítulo