Guidón actúa a partir de una conciencia de misión, de una lucha nacional entrelazada con una lucha de fe a partir de la humildad. Este es un liderazgo digno.
Al ascender Guidón al escenario de los jueces salvadores, se registra un giro en el episodio que establece la formación de un líder. Como Moshé, Guidón fue elegido y destinado a su misión a partir de una revelación directa. En contraste con Abraham, que fue enviado al sacrificio de Itzjak, a partir de la palabra directa de Dios pero en el momento culminante fue interrumpido por un ángel, “Mas el emisario de Adonai le llamó desde los cielos y dijo: Abraham, Abraham” (Bereshit capítulo 22, versículo 11), en el caso de Guidón ocurrió a la inversa. En el inicio el ángel se dirigió a él: “Y el ángel del Eterno se le apareció, y le dijo: -El Eterno es contigo, fuerte y valeroso” (Capítulo 6, versículo 12). Y en la continuidad, se dirigió a él Dios directamente, con un pedido personal y directo como está citado: “Y se dirigió el Eterno a él y le dijo: Ve con esta fuerza tuya, y salvarás a Israel de la mano de los Midianitas. ¿Acaso no te he enviado?” (Versículo 14)
Es apasionante descubrir qué es lo que provocó que Dios se revelara con una palabra directamente justamente aquí, por sobre la cabeza del ángel, y en particular después de que tras la muerte de Yehoshua nos acostumbramos a las revelaciones ocultas. Y efectivamente, el discurso desafiante de Guidón al ángel –“Ah, Señor mío, ¿Acaso el Eterno es con nosotros? ¿Por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿Acaso no nos sacó el Eterno de Egipto? Y ahora el Eterno nos ha desamparado…” (Versículo 13) es eso lo que al parecer ocasiona la revelación directa. Es posible que Dios ve con buenos ojos el desafío simple, que llega a partir de la simple creencia que anhela la salvación.
Jazal, nuestros Sabios de Bendita Memoria, a partir de su sensibilidad acerca de la centralidad que constituye el episodio del éxodo de Egipto en la vida del judío creyente, relataron que la noche de la revelación a Guidón, era la noche del “Seder de Pesaj”, es decir, la noche de la salida de Egipto. El mismo texto menciona esta expresión, en los conceptos de Guidón que mencionan el éxodo de Egipto, en sus derivaciones actuales, tal como en la “Hagadá (Narración) de Pesaj” y por supuesto en la descripción de la ofrenda que entregó al ángel de Dios: “un cabrito, y matzot de una efa de harina” (Versículo 19)-concretamente el Korbán Pesaj, el sacrificio pascual.
Como Moshé, Guidón en el momento de recibir la misión exhibe modestia, y reconoce su falta de capacidad para influir: “He aquí que mi familia es la más pobre de Menashé, y yo el menor en la casa de mi padre” (Versículo 15). A partir de una verdadera desconfianza y escepticismo, él solicita evidencias de la concreción de la promesa de Dios de que estará con él. También en esa cuestión, al igual que Moshé, Guidón recibe una respuesta.
Tenemos ante nosotros una descripción del proceso de gestación de un líder humilde con conciencia de misión: al principio, le cuesta convencerse de que en efecto está destinado para una gran misión, e incluso esa misma noche se le exigió actuar y en el marco de la acción revelará audacia y habrá de repercutir el eco de la misma. Al levantar la bandera de la lucha, no le es suficiente a Guidón la destrucción del altar para Baal y la eliminación de la “Asherá”, un árbol con fines idólatras. Se le demanda también la construcción de un altar para Dios. Esta es la esencia del despertar a la lucha en contraste con la opresión nacional. Incluso cuando la opresión conlleva principalmente un carácter económico existencial, como está citado: “Y sucedía que cuando Israel sembraba, subían los Midianitas, y Amalekitas… Y acampaban y destruían la cosecha de la tierra…” (Versículos 3-4). Un primer paso debe focalizarse en la dimensión simbólica, y en el Tanaj, al igual que en el Islam, la lucha nacional está entrelazada desde el momento de su conformación, en un conflicto religioso-confesional. Según esta descripción, la excelencia operativa no es suficiente para el nacimiento del líder. Esta clase es el contexto adecuado para la lectura de la parábola de Yotam en el capítulo 9. Es apropiado examinar esta lección sobre las condiciones de la formación de un líder, incluso frente a las convenciones que actualmente establecen el discurso sobre la naturaleza del liderazgo adecuado.
Gentileza del sitio 929