La incertidumbre en la vida no debe paralizarnos, sino por el contrario-tratar de ejecutar más y más nuevas ideas, con la esperanza de que por lo menos algunas de ellas sean exitosas.
Uno de los consejos de Kohelet para una vida interesante y desafiante es:
“Quien aguarda el viento, no habrá de sembrar, y el que observa las nubes no habrá de segar.
Tal como no conoces cuál es la senda del viento, así corno tampoco los órganos en el vientre de la embarazada,
así mismo no sabrás conocer la obra de Elohim, El que hace todo.
Por la mañana siembra tu simiente, empero por la tarde que no baje tu mano;
ya que tú no sabes cuál va a prosperar, esto o aquello, o si ambos por igual buenos son” (Versículos 4-6)
Este consejo, relacionado con el viento, contradice los conceptos de Kohelet en el inicio del libro: “Marcha hacia el sur y gira hacia el norte; rodea, rodea, marcha el viento y sobre sus giros, vuelve el viento” (Capítulo 1, versículo 6)
Al comienzo del libro, Kohelet destacó la certeza-desde un aspecto general, que contempla la realidad desde lo alto, el comportamiento del viento es fijo, el viento siempre marcha y gira en los mismos lugares, y por consiguiente, la vida es aburrida;
Hacia el final del libro, Kohelet enfatiza precisamente la incertidumbre-desde el aspecto humano: “no conoces cuál es la senda del viento” (Versículo 5); es imposible saber cuál será exactamente la dirección del viento y hacia dónde marchará, y por ende, la vida es interesante.
La incertidumbre en referencia a la dirección del viento, y de un modo más general-el clima, plantea un desafío al agricultor-el agricultor debe saber cuál será el clima próximamente, a fin de saber si es conveniente sembrar, y si la siembra prosperará; pero Kohelet le propone al agricultor no esperar, ya que “Quien aguarda el viento- no habrá de sembrar, y el que observa las nubes- no habrá de segar” (Versículo 4): aquel que aguarda que el viento esté en la dirección correcta, es posible que espere eternamente y nunca siembre; el que espera que lleguen las nubes, y de un modo más general-que las condiciones climáticas cambien en función de sus cálculos, es probable que nunca llegue a sembrar, y por lo tanto, tampoco no tendrá nada para cosechar.
El viento es solamente una parábola, como está citado en el versículo siguiente: “Tal como no conoces cuál es la senda del viento…así mismo no sabrás conocer la obra de Elohim, El que hace todo” (Versículo 5): es imposible conocer los planes de Dios, y por consiguiente, debemos saber actuar en condiciones de incertidumbre, y no aguardar y esperar que todos los datos sean más claros.
¿Y cómo es posible actuar en condiciones de incertidumbre? Tal como está escrito en el versículo siguiente: “Por la mañana siembra tu simiente, pero por la tarde que no baje tu mano” (Versículo 6): visto y considerando que no sabemos la senda del viento, debemos sembrar dos veces-por la mañana y también por la noche, con la esperanza de que al menos, en una ocasión, la siembra sea exitosa. La siembra es una parábola del inicio de la ejecución de una idea nueva; la incertidumbre en la vida no nos debe paralizar, sino por el contrario, impulsarnos a una doble acción-a hacer más y más, tratar de ejecutar más ideas nuevas, con la esperanza de que por lo menos algunas de ellas habrán de prosperar: “ya que tú no sabes cuál va a prosperar, esto o aquello, o si ambos por igual buenos son” (Versículo 6).
Extraído del sitio de navegación en el Tanaj.