La justicia y las buenas acciones, los pilares del reino

La justicia y las buenas acciones, los pilares del reino

Mientras que la sociedad tendía a alabar a los malhechores y abandonar a los justos sin apreciar sus acciones, la profecía vino a enfatizar que lo único que puede establecer el reino para la eternidad, es precisamente la justicia y la bondad. 

El profeta comienza con una descripción de las funciones del rey apropiado para reinar en Israel. Dicho rey perseguirá la justicia y se encargará de que sus príncipes realicen un juicio verdadero. En su país no habrá hipocresía, ni repudiarán al que realiza justicia y no alabarán y elogiarán a aquel que haga el mal y cometa transgresiones. A partir de los conceptos del profeta se infiere que la sociedad tendía a alabar a los malhechores y brindarles difusión y honores, mientras que abandonaba a los justos y no valoraba sus acciones.

En el mundo de la mentira en el cual vivían, parecía como si, justamente, aquel que consolida su posición a expensas de los débiles de la sociedad, tiene la posibilidad de salir airoso y lograr superar exitosamente los obstáculos que se le presenten, mientras que aquellos que eran benévolos y generosos, podían llegar a perder toda su fortuna, sin ser reconocidos en absoluto.

La principal innovación de la profecía es decir que un mundo como éste es lo opuesto a la verdad. Lo único que puede llegar a mantener eternamente al reino, es, precisamente, la justicia social y el juicio, acorde a los conceptos del profeta: “y la operación de la justicia será la paz, y el resultado de la justicia, calma y confianza para siempre” (versículo 17). La justicia es una tarea que requiere dedicación y esfuerzo para hacerla como se debe. Aquel que que se aboca a las buenas acciones y a la justicia, su reinado se mantendrá por siempre y para siempre. Esta es la base para la paz verdadera que impide que los enemigos y los peligros naturales le causen daño a los tesoros de la sociedad y sus estructuras.

Sorprende ver que, a fin de imponer dicha política que es tan simple y natural en la tierra, de hecho, se requiere de un espíritu desde lo alto (versículo 15).

Parece que el instinto del poder es tan fuerte, hasta llegar al punto que ciega los ojos de los dirigentes y les impide ver la verdad (versículo 3).

 

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