La luna y el sol-la ruptura que conduce a la reparación

La luna y el sol-la ruptura que conduce a la reparación

En nuestro capítulo, el profeta describe cómo Dios castigará al ejército celestial, incluidos el sol y la luna, hasta que se avergüencen y se retraigan. Sin embargo, en otro lugar se menciona que en el futuro, la luz del sol y la luna brillará varias veces más que su luz actual. ¿Cómo se puede conciliar entre las dos descripciones?

La profecía en nuestro capítulo describe una realidad más que difícil. Dios proyecta su cólera sobre la Tierra y la alegría en ella, es interrumpida. No hay banquete ni una melodía instrumental. La torpeza y el miedo se están convirtiendo en parte de todos los habitantes de la Tierra.

Como continuidad de la profecía de castigo, Dios le ordena al ejército celestial que no se rebele contra Él, quien los ha creado, y ahora causa su humillación y la disminución de su honor y valor. Entre aquellos que son amonestados, también se hallan los cuerpos celestes: el sol y la luna, que tienen una dimensión que, aparentemente, compite con Dios, desde el punto de vista de las criaturas del mundo, y por consiguiente, en el momento en el que Dios se revela, ellos disminuyen: “Y la luna será abochornada, y el sol se avergonzará, por cuanto el Señor de los ejércitos reina”.

No obstante, en el capítulo 30, Yeshaiahu escribe palabras aparentemente opuestas sobre el sol y la luna. Allí se dice (versículo 26): “También, la luz de la luna será como la luz del sol, y lá luz del sol será septuplicada, como la luz de siete días; en el día en que vendare el Señor la quebradura de Su pueblo”. ¿Cómo se puede conciliar entre ambas descripciones futuras que profetiza Yeshaiahu.

Parece que se trata de dos procesos diferentes que acontecerán uno tras otro y juntos constituirán, un proceso de arrepentimiento y retorno completo y total. Primero, es necesario fortalecer y consolidar el estatus exclusivo de Dios en el mundo, y por ende, en el momento en el cual sea trascendente y excelso, todos los otros potenciales reyes se empequeñecerán, para que todos sepan que el reinado es sólo de Dios. Tan solo, luego de que este reconocimiento sea expandido, llegará la fase en la que todas las criaturas se sumarán de un modo activo a la coronación de Dios, mediante las cualidades con las que Dios los agració. Es por ello que, en el momento en que Dios cure la fractura del pueblo de Israel, llegará el turno de las luminarias, para engrandecerse y brillar con su luz para sanar y recuperar también las heridas del pueblo de Israel, Su pueblo elegido.

 

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