La marginación de aquellos que pueden provocar una derrota

La marginación de aquellos que pueden provocar una derrota

La cobardía es una “enfermedad contagiosa” y puede llegar a derivar en una dura derrota. Por ello los policías se ocupan de filtrar a todos los combatientes con una alta probabilidad de ser invadidos por el miedo en el momento de la guerra, y de ese modo, Dios libre y guarde, contagien a sus hermanos con ese mismo temor.

El elemento más perturbador para ganar una guerra es el miedo y el temor. Incluso cuando uno de los bandos goza de una notable superioridad militar sobre su enemigo, ya sea en “mano de obra”, en la cantidad de armamento, o en la calidad del mismo, ya sea en la destreza de los soldados, etc. , si el enemigo refleja una alta motivación y espíritu de combate mientras que el bando fuerte refleja cobardía y temor, es probable que el que habrá de salir airoso de la batalla, será el bando confiado y pleno de energía, ya que así es la ley de la guerra. La cobardía es una “enfermedad contagiosa”, y si parte de los combatientes son atacados por el miedo-esto se proyecta sobre todos los combatientes quienes empiezan a ingresar en pánico en lugar de utilizar el criterio racional “frío” y correcto en momentos críticos. Y desde este punto a una fuga masiva y una derrota contundente, hay un corto trecho.

Por consiguiente, es muy comprensible, el precepto de la Torá en nuestro capítulo, que antes de la batalla, los policías se ocupen de “filtrar” a todos los combatientes que tienen una alta probabilidad de sentir miedo de morir en la guerra, y Dios no lo permita, habrán de contagiar ese temor a sus hermanos.

Por lo tanto, todo aquel que invirtió mucha dedicación en la construcción de su nueva casa, por lo cual tiene un intenso deseo de residir en ella, y la duda de que tal vez muera en la guerra y vivirá en su nueva casa otra persona que ni siquiera realizó esfuerzo alguno por ello, anidará en su corazón y perturbará su concentración en la guerra; o aquel que invirtió mucho tiempo en la plantación de un viñedo, lo cual representa para él una gran alegría, y también en él se instala esa sospecha de que tal vez muera en la guerra “y que otro hombre lo usufructúe” (Versículo 6); o aquel que se comprometió-consagró a su amada con la cual se siente unido a través de un fuerte y profundo lazo de  amor, y ya ha iniciado los preparativos para el casamiento, y la sospecha de que tal vez muera en la guerra y su prometida sea tomada por un extraño, no le da respiro ni la posibilidad de una plena concentración en la batalla; y por supuesto, aquel que por naturaleza duda y teme de las cruentas escenas de la guerra, todos estos deben abandonar el campamento de los combatientes incluso antes del inicio de la batalla, a fin de que “no desmorone el corazón de sus hermanos como el corazón de él…” (Versículo 8)

Pues entonces, después del esfuerzo humano por quitar a aquellos que pueden llegar a provocar la derrota, tendrán el mérito de “porque Adonai vuestro Dios, es el que va con ustedes para regir la batalla por vosotros, contra vuestros adversarios, para salvarlos a ustedes” (Versículo 4).

 

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