El profeta Yeshaiahu utiliza la parábola de la viña a fin de expresar la desilusión de Dios de su pueblo Israel, porque ha abandonado la senda de Dios. Resulta interesante que Rabí Iehudá HaLeví utiliza una parábola similar, a fin de manifestar el vínculo existencial entre el pueblo de Israel y Dios.
El profeta Yeshaiá nos presenta una parábola alusiva a una viña cuyo dueño ha cultivado, regado y cercado, para prevenir los daños, y aún así, no produjo los frutos adecuados. De este modo, en la parábola, la viña representa al pueblo de Israel, al que Dios cuidó, y esperaba que del mismo surgiera un pueblo santo y finalmente, se equivocaron en sus acciones. De manera similar, Rabí Iehudá HaLeví utiliza esta misma parábola en el libro Cuzari. No obstante, en contraste con Yeshaiahu, Rabí Iehudá HaLeví opta por utilizar esta parábola, a fin de enfatizar la fuerza del vínculo existencial entre el pueblo de Israel, con su Tierra de Israel y la Torá de Israel.
Así como una viña necesita de una tierra fértil en la cual crecerá y una labor adecuada a la misma, y de no ser así, no se desarrollará óptimamente, lo mismo sucede con el pueblo de Israel. Cuando el pueblo de Israel se halla en el exilio y no en la Tierra de Israel o cuando no se abocan a la Torá y a los preceptos, pues no sacan las fuerzas atesoradas en ellos a la práctica. Así escribe Rabí Iehudá HaLeví en su libro, en el artículo 2, 12: “Eso que ustedes dicen acerca del monte en el que se halla la viña, que si no se hubieran plantado las vides ni se hubiera realizado la tarea adecuada, no habría producido uvas. Y la primera cualidad particular del pueblo que es el elegido y el corazón, como lo he mencionado, es que esta Tierra se ve beneficiada con las acciones y los preceptos relacionados con la Tierra, que equivale a la tarea que se debe desarrollar en la viña, pero no es posible que esta virtud pueda alcanzar el nivel Divino sin este lugar, así como no es posible que la viña sea productiva sin esta montaña”.
Rabí Iehudá HaLeví solicita que no interpretemos la parábola de la viña, única y exclusivamente desde la reprimenda que incluye, en alusión a nuestra ingratitud, sino que, al observar esta parábola, contemplemos el reconocimiento de que la Torá y los preceptos son parte integral de nuestra vida y constituyen la base de nuestro crecimiento y desarrollo.