“El que derramare la sangre del hombre, por medio del hombre su sangre será derramada. ¡Pues a la Imagen de Elohim, hizo Él al hombre! “(Bereshit 9,6)
“Y no habréis de mancillar la tierra en la cual vosotros estáis, ya que la sangre mancillará la tierra; y para la tierra no habrá expiación, por causa de la sangre que ha sido derramada en ella; solamente con la sangre del que la ha derramado” (Bamidvar, 35,33)
Rabí Shimshon Rafael Hirsch, Bamidvar, capítulo 35
Cuando Dios le permitió a Noaj y a sus hijos volver a poner los pies sobre la tierra, les devolvió la tierra y les transfirió el dominio sobre el mundo vegetal y animal. Al mismo tiempo, proclamó:” Pero vuestra sangre — vuestra vida — demandaré…El que derramare la sangre del hombre, por medio del hombre su sangre será derramada. ¡Pues a la Imagen de Elohim, hizo Él al hombre!” (Bereshit 9, 5-6)
Y así ordenó en esa proclamación: el hombre posee una cualidad superior al haber sido creado a imagen y semejanza de Dios y el reconocimiento de dicha cualidad es la condición fundamental para la entrega de la tierra y el dominio del hombre en el mundo.
Y cuando Dios le entregó la tierra al pueblo de Israel, para que sean bendecidos y se desarrollen en ella y observen allí su Torá, Dios volvió a proclamar: “y para la tierra no habrá expiación, por causa de la sangre que ha sido derramada en ella; solamente con la sangre del que la ha derramado” (Bamidvar, 35,33)
A partir de esta declaración, Dios renovó la base de la cualidad del hombre y le endilgó la herencia de la tierra y su bendición; y amplió aún más dicho pilar al establecer la institución del perdón para los casos de asesinatos no intencionales.
Rabí Shimshon Rafael Hirsch vivió en Alemania entre los años 1800-1888. Estuvo al frente de la lucha contra los reformistas, y levantó la bandera de la modernización, con su propuesta “Torá im Derej Eretz”. Entre los muchos libros que escribió se encuentra su comentario sobre la Torá.