¿Cuál es el tema alrededor de los primogénitos? ¿Acaso los primogénitos son más exitosos? Hay un dato conocido, y es que en los animales no es así: las criaturas más exitosas son justamente las segundas. Pero con el primogénito (y con toda acción inicial) hay un nexo profundo, y precisamente por eso el primogénito, el inicio y las primeras acciones de cada día deben ser consagrados a Dios.
El valor del primogénito no reside en su propio valor sino en el sentimiento, en el particular afecto que se le otorga a las cosas que se hacen en primera instancia. El primer fruto no necesariamente es el más selecto, pero el vínculo con el mismo es el más profundo, y es diferente al vínculo con todo lo que viene después, incluso si es que no lo merece.
Esto se puede ver en la realidad. Toda creación que la persona realiza es asombrosa, pero las sensaciones más intensas están involucradas con la primera. Sobre el primer niño nacido en el mundo, se menciona: “He creado un varón con la ayuda de Adonai” (Bereshit, capítulo 4, versículo 1)—con Dios. Al segundo y al tercero los llamaron por su nombre, y luego se conformaron con la expresión “y engendró hijos e hijas” (Bereshit, capítulo 5, versículo 4). La primera letra “Alef” (primera letra del alfabeto hebreo) que escribe un niño no necesariamente es la “Alef” mejor lograda, pero es la primera; y lo mismo sucede con los hechos más duros, como por ejemplo el encuentro con la primera muerte y otros.
Como fuera dicho, en todos estos ámbitos, la primera creación o la primera vivencia no necesariamente es la mejor o la más completa. Su singularidad radica en el hecho que la persona la recuerda de un modo particular, por el hecho de que la misma queda grabada de una manera incomparable.
Por consiguiente, lo que es adecuado hacer con el primogénito es “Consagra ante Mí todo primogénito” (Shemot, capítulo 13, versículo 4), “El primer fruto de cada vientre que deban presentar ante Dios…” (Bamidbar, capítulo 18, versículo 15): consagrar el primer elemento a Dios. Y visto y considerando que cada día tiene un aspecto de renovación, está escrito en numerosos libros que esto puede ser cumplido a partir de que el primer pensamiento que la persona tiene cada día esté relacionado con elementos de santidad. Esta es una de las causas por las que decimos “Modé Aní” (“Doy gracias a Ti”) incluso antes de lavarnos las manos por la mañana, antes de la primera palabra. Después, ¿quién sabe lo que hará la persona en el resto de su jornada? Es por ello que hay muchas personas que son muy cuidadosos de no realizar tarea alguna antes de la plegaria. Ese es también el motivo por el cual se resalta tanto Rosh Hashaná: porque en Rosh Hashaná comienza un nuevo año.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Jaiei Olam: Sijot al Parshat Hashavua", publicado por "Maguid"