Más allá de las lamentaciones y las expresiones de pesar por la destrucción, se oculta un relato sobre el afrontamiento. Mediante la revelación del diálogo entre el doliente y el pueblo, descubriremos diferentes fases por las cuales pasan, al lidiar con la destrucción.
En el marco de las lamentaciones y el pesar por la destrucción, la Meguilá, el relato de Eijá, nos cuenta acerca de un proceso. El proceso de afrontamiento del doliente y del pueblo, con la destrucción.
El capítulo 2 del libro se inicia con una ruptura emocional del doliente. Cuenta sobre la destrucción desde una perspectiva externa, como si lo relatara cualquiera que no ha sido partícipe del episodio. Detalla lo actuado por Dios en la destrucción, y manifiesta su asombro por los actos, pero lo describe con cierto distanciamiento, sin involucrar sus sentimientos internos. También la reacción del pueblo a la destrucción, la describe como quien está parado de costado y contempla, sin expresar sentimiento alguno.
En los versículos 11-12, repentinamente, se registra un cambio. Habla en primera persona y comparte el dolor y el duelo-“Mis ojos se deshacen en lágrimas; hierven mis entrañas” (versículo 11). Su identificación con el dolor, le genera un involucramiento que lo moviliza a la acción. Se dirige al pueblo, comparte su dolor y les habla sobre la destrucción de un modo discreto- “¿Cómo podré exhortarte?, ¿a qué he de asemejarte, oh hija de Ierushalaim? ¿Con qué te compararé, para poder consolarte, oh virgen, hija de Tzión? De este modo, el doliente pasa de la alienación y el distanciamiento a la identificación y el involucramiento activo. También el pueblo, pasa en este capítulo, por un proceso de afrontamiento del dolor. Al principio no lo afronta. Está desconectado. En silencio. Y de repente, “El corazón de ellos clamaba (por auxilio) al Señor” (Versículo 18), sin palabras, se conectan con el dolor, le claman a Dios.
Irmiahu les explica cómo canalizar el clamor del dolor al llanto y a la plegaria, y en efecto, ellos se dirigen a Dios con palabras, aunque con un espíritu crítico y opositor-“los has matado en el día de Tu ira; has degollado, sin tener piedad” (Versículo21). Y de todos modos, hay aquí algo nuevo. Hablan con Dios. Palabras duras y punzantes, pero aun así, se trata de un diálogo que permite el vínculo. Si en el comienzo el pueblo estaba en silencio y desconectado, ahora se abre una vía para la relación. Una relación de enojo y dolor, pero no obstante, se trata de una relación.
Resumen y edición a cargo del equipo del sitio del Tanaj, extraído de una clase del sitio de la Academia Rabínica Ierujam.