La profecía le deja su lugar a la plegaria

La profecía le deja su lugar a la plegaria

 Parece que los primeros días del Segundo Beit HaMikdash, el Segundo Gran Templo, fueron como el crepúsculo - las luces de la profecía todavía titilan, pero se siente que son sus últimos momentos. En esta hora entre luces, surge una nueva forma de comunicación con Dios - la Tefilá, la plegaria.

"El impulso religioso es esencialmente el impulso de rezar. Por lo tanto, quien no reza merece ser considerado muerto desde el punto de vista de la fe". Con estas palabras del investigador Rothe, mi maestro Rabí Moshe Greenberg, que en paz descanse, comenzó a explicar la “Tefilá”, la plegaria,  en la Enciclopedia Bíblica. La plegaria ha sido la compañera del creyente desde Abraham nuestro patriarca, Iaacov, Moshé hasta Eliahu e Irmiahu. Sin embargo, en la época del Segundo Beit HaMikdash se registró una revolución.

Si bien la mayoría de las plegarias durante el Primer Beit HaMikdash eran breves y locales, a principios del Segundo Beit HaMikdash encontramos plegarias largas, que son parte central de cada ceremonia. Algunas plegarias tienen patrones fijos - la plegaria narra la historia de Israel y la bondad de Dios hacia Su pueblo, mientras describe la ingratitud de Israel. Aún no hemos mencionado las plegarias fijas del período de la Mishná y el Talmud, no obstante ya pueden contemplarse los procesos de formación de la plegaria.

Parece que los primeros días del Segundo Beit HaMikdash fueron como el crepúsculo - las luces de la profecía todavía titilan, pero se siente que son sus últimos momentos. En esta hora entre luces, surge una nueva forma de comunicación con Dios - la plegaria. La plegaria que aparece en los capítulos 63-64 del libro de Yeshaiahu nos proporciona una ventana a este acontecimiento. La plegaria tiene veintitrés versículos, y su extensión es testimonio de su rol central en el mundo de la gente de la época.

Comienza como las plegarias del Segundo Beit HaMikdash: " Haré recordar las misericordias del Señor, las alabanzas del Señor..."(versículo 7).

El profeta continúa describiendo la misericordia de Dios hacia Su pueblo y la ingratitud de Israel: " Según todos los beneficios que el Señor nos ha hecho, y Su grande bondad hacia la casa de Israel, que les ha hecho, según Sus compasiones, y según la multitud de Sus misericordias. Pues que dijo: "¡Ciertamente ellos son Mi pueblo, hijos que no se portarán falsamente!" Y así Él se hizo Salvador suyo.. En todas sus penas Él se apenaba, y el ángel de Su faz los salvaba; en Su amor y en Su compasión los redimió, y los sacó (de la estrechez), y los llevaba todos los días de la antigüedad. Mas ellos se rebelaron, y afligieron Su espíritu santo; por lo cual se convirtió en enemigo suyo, y Él mismo peleó contra ellos.. Se acordó el pueblo entonces de los tiempos antiguos, de Moshé,..." (versículos 7-11).

Esta oración, como las oraciones del Segundo Beit HaMikdash, está llena de sentimientos de culpa por nuestros grandes pecados, y por otro lado, Dios, es descrito como abundante en misericordia y bondadoso con Su pueblo. Y entonces viene un giro - " Se acordó el pueblo entonces de los tiempos antiguos, de Moshé, (diciendo): "¿Dónde está Aquel que los hizo subir del mar (Rojo), por medio del pastor de Su grey? ¿Dónde está Aquel que puso dentro de ellos Su espíritu santo?”(versículo 11). Cuando leemos la primera parte del versículo "Se acordó de los días antiguos, de Moshé" estamos seguros de que el profeta continúa con el mismo discurso sobre las misericordias de Dios, pero entonces surgen las preguntas difíciles - " ¿Dónde está Aquel que los hizo subir del mar (Rojo), por medio del pastor de Su grey? ¿Dónde está Aquel que puso dentro de ellos Su espíritu santo? - ¿Dónde están los milagros de los que nos hablaron nuestros padres? Parece que el profeta usó una plegaria conocida, y en cierto momento la abandonó. De la justificación del juicio al principio de la plegaria, pasa bruscamente a la queja - "¿Dónde están Tu celo y Tus obras potentes?" (versículo 15).

Al principio, el mundo de Israel era un mundo de profecía y milagros, este mundo va desapareciendo. La profecía comienza a retirarse, y el profeta reza y pregunta - ¿dónde están los milagros de ayer? En esta plegaria nace un nuevo mundo - el mundo de las plegarias.

Al final de la plegaria, el profeta reza - "Y no hay quien invoque Tu nombre... Mas ahora, oh Señor, Tú eres nuestro padre... No te enojes sobremanera, Señor, ni tengas perpetua memoria de la iniquidad; he aquí, mira ahora, pueblo Tuyo somos todos. Tus santas ciudades están desiertas, Sión es un desierto, Jerusalén una desolación. La casa de nuestro santuario y de nuestra gloria, en la cual Te alabaron nuestros padres, fue consumida al fuego; y todas nuestras cosas preciosas han sido destruidas. ¿Te contendrás, oh Señor, sobre estas cosas? ¿Callarás y nos afligirás sobremanera?" (capítulo 64, versículos 6-11).

En el lenguaje moderno, es como si el profeta dijera en su plegaria - Es cierto, pecaron un poco, pero Señor del Universo, un poco de proporción, ¡ellos fueron los únicos que invocaron Tu nombre! ¡Dios, ten misericordia!

Cortesía sitio 929

 

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