Las festividades anuales están basadas en los ciclos de la naturaleza. El Shabat, a diferencia de las mismas, está desconectado del sistema natural. De ese modo, la Torá enfatiza que a pesar que el judaísmo no se opone a la naturaleza, cree en la necesidad de repararla y perfeccionarla.
El judaísmo hace referencia a las diversas festividades y a los diferentes tiempos: día, semana, mes, año. La mayoría de estos tiempos están basados en ciclos naturales. Sólo la semana marca la excepción: la semana no refleja a ningún ciclo natural. Los hombres de la revolución francesa quisieron elaborar un calendario más “racional”. E intentaron establecer “semanas” de diez días. Pero el intento fracasó, y en todo el mundo se realiza el conteo de los días según los siete días de la creación del libro Bereshit (Génesis).
En el capítulo 23 aparece una breve referencia a las festividades sagradas. En ese marco, se destaca la dimensión natural de las festividades anuales: “La festividad de los Panes Azimos habrás de observar… en el tiempo del mes de Abib…Y la festividad de la Siega: las primicias de tus labores, lo que sembrares en el campo y la festividad de la Recolección, al concluir el año, cuando tú recojas el fruto de tus labores del campo” (Versículos 15-16). Las festividades judías tienen un sentido histórico-destacan eventos singulares en la historia del pueblo. También poseen un sentido natural, y es el que se destaca en estos versículos: las tres festividades de peregrinación evocan tiempos significativos en el ciclo agrícola anual.
En este contexto sobresale la singularidad del Shabat, que también aparece en nuestro capítulo: “Seis días habrás de hacer tus trabajos, pero en el séptimo habrás de cesar; para que descanse tu buey y tu asno y repose el hijo de tu esclava y el extranjero” (Versículo 12). La festividad del Shabat queda totalmente desconectada del sistema natural. El Shabat expresa la necesidad de santificar la naturaleza. La pausa tras seis días y el cese en el séptimo son creaciones artificiales destacadas, si nos hubiéramos rendido ante la naturaleza, pues trabajaríamos siete días por semana, sin destacar en absoluto el séptimo día. Tal vez en Rosh Jodesh (Inicio de un nuevo mes hebreo), con la renovación de la luna, hubiéramos recibido un día libre. El mensaje del Shabat es que no debemos conformarnos solamente con la naturaleza.
En el judaísmo, la naturaleza no es la última en dictaminar. El hombre debe santificarla. No todo instinto natural es también bueno y apto . No obstante el judaísmo no abandona la naturaleza, pero la mejora.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Perashot" publicado por "Maaliot"