La unidad de los detalles

La unidad de los detalles

 

El pueblo de Israel califica a la Torá como “precepto tras precepto, norma sobre norma”. La contempla como una compilación de detalles sin sentido. Este tipo de contemplación emana de una falta de iluminación Divina y de un hundimiento en la materialidad que la Torá intenta purificar y corregir.

La embriaguez del vino ocupa un espacio importante en nuestro capítulo. El profeta reprocha al reino de Efraim porque muchos de sus hijos están inmersos en beber vino embriagante y en el libertinaje en el que deriva. No solo la gente común está afectada por ello, sino toda la cúpula gubernamental y espiritual. También el Cohen, el Sacerdote y el profeta se hallan entre los bebedores y los libertinos. La realidad es “todas las mesas están llenas de vómito asqueroso, sin que haya lugar (limpio)” (versículo 8). La literalidad del versículo refiere al vómito propiamente dicho, de modo que no queda un lugar limpio y digno para poder sentarse, sin embargo, Jazal, nuestros Sabios de Bendita Memoria (Pirkei Avot, 3,3) explican la profundidad del texto literal y lo amplían a todo sitio en el cual alguien se ocupa de lo material sin relación alguna con lo espiritual. Una comida sin una palabra de Torá refleja el hundimiento en lo material propiamente dicho, y por ende, se considera como algo superfluo y que no le aporta nada al mundo y al cuerpo, al igual que el vómito y la suciedad, “sin Lugar”-sin el Lugar del mundo, Dios.

En la continuidad de la profecía, Yeshaiahu describe la actitud de Israel hacia la palabra de Dios que figura en la Torá. Les parece como una compilación de detalles carentes de sentido “Porque precepto tras precepto, precepto tras precepto, norma sobre norma, norma sobre norma, aquí un poco, allí otro poco” (versículo 10). La Torá de Dios está colmada de detalles de preceptos que para el observador externo, que no reconoce la santidad que hay en ello, puede contemplarlo como una colección de leyes casual, sin sentido espiritual y educativo, que no tienen relación alguna. Parece que cuanto más se sumerge una persona en el materialismo, le resulta mucho más difícil tomar contacto con la profundidad espiritual de la palabra de Dios y sólo contempla las cosas a través de sus ojos materialistas y estrechos.

Resulta entonces, que la base materialista a lo largo de la vida de Israel, con la que comienza la profecía, es la que provoca tanto el desprecio a la Torá y la actitud hacia ella, como una compilación de códigos sin sentido. Sólo aquel que purifica su pensamiento y su forma de vida puede apegarse a Dios y descubrir cómo cada detalle de la Torá se deriva de la savia de vida de la luz de Dios que se revela en la realidad y procura elevarla a lo más alto.

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