La vaca roja

La vaca roja

"Y el Eterno habló a Moshé diciendo este es Jukat - el decreto - de la Torá: diles a los hijos de Israel que Me traigan una vaca roja, perfecta, en la cual no haya el más mínimo defecto, sobre la cual no se haya puesto ningún yugo, y la daréis a Eleazar el sacerdote y él la sacará fuera del campamento y será degolladla ante su presencia…" 
Y hará quemar la vaca, su cuero, su carne y su sangre todo ante sus ojos. Luego tomará el sacerdote una rama de cedro e hisopo y Tolaat shani y lo mezclará con las cenizas de la vaca. El sacerdote lavará luego sus vestimentas y su cuerpo con agua, y luego podrá entrar al campamento, y será impuro el sacerdote hasta la tarde. Asimismo el que la quemó lavará sus vestimentas y su cuerpo con agua, y será impuro el sacerdote hasta la tarde. Y un hombre puro recogerá las cenizas de la vaca y las pondrá fuera del campamento, en un lugar puro. Y la guardará la congregación de los hijos de Israel para las aguas de expiación…
Preguntas
• Sabemos que todas las ofrendas que Dios estipula deben ser hechas dentro del Templo, ¿Por qué esta (la de la Pará Adumá) es ofrecida fuera del Beth Hamikdash?
• ¿Qué  tiene que ver todas esas cosas que se agregan junto con el quemado de la vaca? Parecen cosas de magia.
• ¿Cómo puede ser que purifica a los impuros pero impurifica a los puros?
• ¿Por qué habla de este precepto dentro de este contexto?
• ¿Por qué tantas condiciones: que sea roja, sin que haya sido utilizada para un trabajo, sin ningún defecto etc.?
Respuestas:
En el midrash Rabba 19 Rabi Yeoshua, en nombre de Rabi Leví, nos dice que hay ciertas prescripciones  en la Torá, que aparentemente no tienen una explicación lógica, estas fueron denominadas Jukim – decretos - y es precisamente por su aparente irracionalidad, que el ser humano tiende a revelarse contra ellas y no quiere cumplirlas, como por ejemplo: la Torá decreta el cumplimiento de la ley del levirato (que si un individuo  muere sin dejar descendencia, su hermano debe casarse con su cuñada viuda y proveerle descendencia), y por el otro lado, la Torá legisla que intimar con su cuñada está terminantemente prohibido, aparentemente esto es una contradicción, es por eso que la Torá dice en ese contexto: "Jukat hi" (un decreto es). 
Otro precepto que fue denominado "Jok" es la prohibición de sembrar dos especies vegetales juntas. 
El precepto de la vaca roja fue denominadoJok, pues sirve para purificar al impuro,  mientras que aquel que se ocupa de la preparación de las cenizas de la vaca roja, que estaba puro, ahora él mismo se impurifica.
Como sabemos toda la Torá es de origen Divino, por lo tanto posee una sabiduría muy elevada que a veces los hombres no logran captar y solo algunos elegidos, como Moshé logran entenderla en su completa plenitud. 
No vamos a intentar penetrar en el sentido profundo de este precepto, que aun para el propio Salomón, el más sabio entre los hombres, el motivo de la pará aduma –Vaca roja-  estaba lejano a su entender (nótese que dice “lejano” no dice “imposible”) Pero como es sabido, muchas veces la Torá utiliza el simbolismo de los actos, como por ejemplo con la sangre que debían untar en las entradas de sus casas en Egipto, que venía a recordarles algo, a grabarles algo en sus mentes. Son muchos los preceptos cuya explicación es difícil de entender,  pero su simbolismo transmite muchos mensajes y enseñanzas importantes que merecen ser analizadas más profundamente. 
Los sabios en el Midrash nos enseñan que la vaca roja viene también como expiación del becerro de oro. Tal como nos dice Rambam en Hiljot Teshuba, no alcanza solo con arrepentirse una sola vez de lo que hizo mal, sino que cada Yom Kipur debe volver a hacer Vidui –reconocer verbalmente- de aquello que pecó.
Analicemos un poco todos los ingredientes que la Torá ordena agregar en la ofrenda de la pará adumá, para  poder purificar al individuo que está sumido en el grado más alto de impureza, tal es, la impureza por el contacto con la muerte.
Nos dice que debe mezclarse con Tolaat Shani- es decir una especie de gusano, que despide un color rojo muy intenso y que se impregna en la tela y no se puede quitar con nada. Volvemos  a encontrar el color rojo en el profeta Isaías, que lo compara con los avonot –pecados-  mientras que el color blanco, es comparado con la pureza. En ese contexto el profeta Isaías amonesta al pueblo de Israel que se habían olvidado de Dios, pues por más que seguían acudiendo al Templo de Jerusalem y rezaban a Él, no obstante con sus actos malvados, demostraban que se habían alejado de Dios y que no Lo tenían presente.
Con respecto a la relación con el becerro de oro, vemos que en aquella oportunidad Moshé quemó el becerro hasta deshacerlo, lo convirtió en polvo y luego lo arrojó al agua, bastante parecido a lo que hacemos con la pará adumá, primero la quemamos y luego arrojamos las cenizas al agua.
El profeta Jeremías, también les reclama al pueblo que comete idolatría, y denomina impureza a la idolatría, y al pueblo que se arrastra a ella los llama “Pere” que se refiere a un burro salvaje del desierto, pues los que siguen a la idolatría, en realidad lo que persiguen internamente, es poder hacer lo que se le da la gana, libertinaje, es por eso que rinden culto a las fuerzas naturales. 
Este es el motivo por el cual la vaca roja tenía que ser una animal que no haya servido nunca a nadie, es decir que nunca se le haya colocado el yugo para hacerla trabajar; debía ser un animal completamente salvaje. 
En resumen, la vaca representa la doctrina del pecado: la vaca que es la madre del becerro, que no haya sido sometida nunca, y de un color rojo intenso sin un pelo de otro color. Eso es precisamente lo que nos representa la vaca roja: el rojo de los avonot y la falta del yugo, es decir, el deseo por el placer y la falta de límites que nos provee la Torá.
Muy por el contrario de lo que piensan algunos, los preceptos no esclavizan a la persona, al contrario, le proveen de instrumentos y lo van entrenando para poder controlarse y no sucumbir a sus pasiones, de forma tal que no llegue a ser arrastrado por ellas al  no saber cómo contenerse. 
Así aquel que no sabe controlarse y sucumbe a sus impulsos, actuando de acuerdo a sus pasiones, persiguiendo las cosas placenteras, está muy lejos de ser libre, tal como los muertos que no pueden elegir. Es  como una piedra que es arrojada, indefectiblemente va a caer, y ella no puede hacer nada para impedirlo.
¿Cuál es la relación con la muerte? ¿Por qué se utiliza la vaca roja para purificar a aquellos que han tenido un contacto con la muerte? Como sabemos el agua con las cenizas de la pará adumá, era para purificarlo de la impureza por el contacto con la muerte, pues la Torá nos quiere insinuar: “así como te cuidas de la muerte y te alejas de ellas, debes tener cuidado de otro tipo de muerte muy grave”
Aquel que va detrás de la idolatría,  en realidad solo persigue el libertinaje, volver a un estado de naturaleza salvaje, permitiéndose todo lo que se le antoja y correr en pos de sus impulsos y placeres, en realidad este tipo de individuo se considera que está muerto.
La Pará adumá, representa al hombre que no quiere los preceptos,  sino que es la doctrina de no tener ningún freno, ser libre para poder hacer lo que se le dé la gana.
Esta es la razón por la cual se convierte en la única ofrenda que se hace fuera del campamento (de los tres campamentos, el de los cohanim, el de los Leviim y el de Israel)
Como insinuándonos que es algo inmundo, lleno de avonot –pecados- es todo rojo y se lo quema todo, no se deja nada, no tiene nada que se pueda utilizar. Esa doctrina es mala, hay que sacarla fuera del campamento. No obstante existe el temor que alguien piense que es una ofrenda a algún ídolo (por ser que no se hace dentro del templo de Dios), es por eso que dice que debe ser hecho por un cohen –sacerdote-, hasta la misma Shejitá – degollar al animal- lo realiza el sacerdote, para que no quepa la menor duda de que no se trata de un sacrificio idolátrico.
Con respecto a las ramas de árboles que se utilizaban, tal como nos dice el comentarista Seforno, uno era un árbol muy grande y alto, mientras que el otro era una especie de arbusto pequeño. Es decir vemos dos extremos, tal como Rambam nos dice, con respecto a las cualidades, hay dos extremos, ninguno de los dos es bueno, no hay que ser muy pasional, ni tampoco un insensible, no hay que ser un temperamental, ni tampoco alguien frío a quien nada le molesta, etc.  Es muy malo permitir todo, es decir el libertinaje, pero también es malo el prohibir todo.
Otra explicación a este punto, es mostrarnos cómo se fue degradando esta persona, primero era un ser humano, luego se comporta como un animal, luego es como los vegetales y al final, queda solo cenizas, es decir de esa doctrina no queda nada, lo lleva a la perdición.
No obstante, todavía no está todo perdido, aún se puede arreglar, ¿Cómo? Todo eso es arrojado a las “Maim Jaim - Agua de vida” que representan a Dios, tal  como dice el profeta Jeremías 4:1 “Pues dos cosas malas ha hecho Mi pueblo,  a Mí  me han abandonado, que soy la fuente de aguas de vida, para excavarse para ellos pozos de agua rotos, que no pueden contener agua”
Aun aquel que está inmerso en las pasiones y transgresiones, si se apega a Dios y comienza a vivir de acuerdo a Sus enseñanzas, podrá purificarse y convertirse en una persona nueva, pura y elevada.
Vale la pena citar aquí lo que Rambam dice al final de las leyes de pureza: “… Tal como el que tiene la intensión de purificarse, al sumergirse en el baño ritual, ya se purifica, a pesar que nada cambió en su cuerpo; de la misma manera, aquel que se propone purificar su ser de las impurificaciones del alma, es decir, los pensamientos malos y las malas cualidades, por cuanto que se propuso apartarse de ellos y acercó su ser a las aguas de sabiduría, ya se ha purificado, es lo que dice: “Y rociaré sobre ustedes aguas puras, y os purificaré de todas vuestras impurezas.” Dios, con su infinita misericordia, nos purifique de todo pecado, error y maldad”
Es decir, la impureza no es algo que se puede ver con los ojos, no es que tiene algo sucio y que se lava con agua, sino que es algo que depende de su corazón, si se deshace de la impureza entonces será puro, sino no.
¿Cómo se responde la paradoja de que aquel que se ocupa de hacer la Pará adumá, que estaba puro, ahora por ocuparse de eso se impurifica?
La respuesta es que sólo se impurifica el que manipula estas aguas sin la intención de purificarse, pero el que las usa para purificarse o para purificar a otro, es decir para rociar sobre alguien impuro estas aguas, ese individuo no se impurifica. No es algo objetivo, sino que depende de su intención.
No es casual el tema que viene después, la muerte de Miriam, por ser que ahora todo el pueblo se iba a impurificar por la muerte de Miriam, entonces la Torá nos adelanta antes el remedio a la enfermedad y además de paso pueden aprender este gran mensaje y concepto, que no hay peor impureza que la impureza de nuestra alma.
Debemos recordar también que antes del tema de la vaca roja, la Torá nos habló del diezmo y los donativos que corresponden a los cohanim, y como sabemos, la pureza e impureza eran cosas que tenían que ver con el Templo y el servicio Divino, entonces alguien podría pensar que el servicio en el templo es algo que nos limita y exige demasiado: hay que purificarse, entregar de nuestro dinero para diezmos, etc., pero en realidad vemos que no es así, sino que al enseñarnos a dar  nos libera de nuestro egoísmo y nos transmite que las pasiones desmedidas impurifican nuestra alma.
En síntesis, debemos cuidarnos de no dejarnos llevar por los placeres del corazón, ya sean los más básicos como la comida y el tacto, como así tampoco por los deseos y pasiones.  Todo  esto debe dominarlo con la mente, de lo contrario es como un muerto. No obstante, todo tiempo que tiene vida, todavía tiene solución: las aguas de vida, es decir, apegarse al Dios viviente y así su vida se llenará de sentido.
 

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