La virtud del juicio y la cualidad de la misericordia

La virtud del juicio y la cualidad de la misericordia

El profeta describe la calamidad próxima a llegar sobre el reino de Israel, no obstante, comienza y termina con una profecía de consolación para el reino de Iehudá, que permanece fiel a Dios. ¿Cuál es el significado de la combinación entre las profecías?

Tenemos dos capítulos (9-10) que representan una unidad de la profecía que aborda la calamidad que habrá de llegar al reino de Israel. En esa misma época, el reino de Israel está dirigido por Pekaj, hijo de Remaliahu, quien se rebela contra Dios y desea conformar una alianza con Aram, en contra del reino de Iehudá. Dios les envía al rey de Ashur (Asiria), su instrumento de enojo, a fin de que se termine haciendo realidad lo prometido por todos los profetas y por Moshé Rabenu, y es que como consecuencia de la idolatría, serán exiliados.

El profeta describe el aumento de la calamidad en varias fases y en cada ocasión, finaliza con las palabras: “¡Con todo esto no se ha mitigado Su ira, sino que Su mano está aún extendida!”. Es decir, Dios no calma su ira y Su mano continúa extendida para seguir golpeando al reino de Israel, hasta exterminarlo. ¿Cuál es el sentido de este “estribillo” recurrente que figura cuatro veces?

Parece que el profeta quiere conmocionar al pueblo. Todos recordamos la época de los Shoftim, Jueces, en la que Dios enviaba pueblos para hostigar a Israel, pero finalmente, los salvaba a partir de su amor por ellos y porque no quería exterminarlos. Estas palabras repetidas por el profeta, son para manifestar que Dios se refiere a castigar a Israel. Ahora, no tiene la intención de retractarse y de apiadarse de ellos. Su enojo no cesará y continuará golpeando a Israel hasta que sean exiliados de la tierra. En esta instancia, Dios decide actuar en función de la virtud del juicio y desea desentenderse por completo de la cualidad de la misericordia, a fin de cambiar el decreto. ¿A dónde se ha ido la cualidad misericordiosa de Dios?

Parece ser que por ello, esta profecía comienza con una consolación para el reino de Iehudá, un consuelo que aborda al Mashiaj de Dios (aparentemente, en referencia a Jizkiahu, quien le será fiel a Dios), y también la eliminación del rey de Ashur, que finalmente llega a rebelarse contra Dios y está persuadido de que todo es fruto de su poder y por ende, pierde el “apoyo” de Dios en sus actos, en función del reino de Iehudá.

 

Volver al capítulo