El capítulo nos presenta dos imágenes: una elevada, alusiva al ascenso al monte de la Casa de Dios y como contrapartida, una imagen de lo que sucede en el fondo del pozo del comportamiento humano.
El capítulo tiene dos partes y en las mismas, dos imágenes opuestas en su propósito, ya que a pesar de que las mismas utilizan aquí y allí los mismos verbos, son diferentes entre sí en la melodía, en el idioma y en la expresión.
La primera imagen-un monte a la cabeza de las montañas, y una multitud de personas que se encamina hacia él. Su dirección es ascendente:
“el monte de la casa del Señor será establecido como cabeza de los demás montes, y será ensalzado sobre los collados, y afluirán a él todas las naciones” (versículo 2).
La segunda imagen-la segunda refleja a personas ocultas con mucho miedo. Su dirección es descendente:
“y (los que les rinden culto) se meterán en las cavernas de las peñas y en los hoyos de la tierra, a causa del payar del Señor y de la gloria de Su majestad, cuando se levantare para aterrar la tierra” (versículo 19).
El movimiento en la primera imagen es un movimiento de elección, a partir del asombro y el deseo. En la segunda, se trata de un movimiento carente de opción y desesperado.
En la primera imagen: la persona que busca, sale de sí misma, y se trepa a lo más elevado, ya que identificó allí una verdad particular, un Templo colmado de verdad. Solicita que la guíen. Este es uno de los capítulos más universales que hay en todo el Tanaj. La trascendencia encarnada.
La paz, la conversión de las espadas en palas, es consecuencia natural de una búsqueda humana de lo sublime y elevado: “y ellos romperán sus espadas, para hacer de ellas azadones, y sus lanzas trocarán en podaderas: no alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra” (versículo 4). Quién tiene paciencia para luchar por tonterías cuando se está ocupado en la búsqueda de lo auténtico.
La segunda imagen es un reflejo grotesco de la primera, una imagen de inquietud, de tensión y amenaza. De “altivez humana” y de “ la soberbia humana “, que de una, caen desde sus torres de marfil hacia pozos profundos. En la película de terror que crea, consume toda la desmesura de la arrogancia, el exceso de orgullo, todo lo que hay. La guerra es el resultado obvio.
El capítulo con sus dos imágenes contrastantes nos propone discernir entre esas dos imágenes-la imagen de la verdadera grandeza, la elevada, que se eleva por encima de ella, y la imagen de la grandeza falsa, la imagen de la soberbia vacía de contenido, que huye a las madrigueras.
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