Levadura y miel

Levadura y miel

La levadura y la miel no tienen algún defecto metafísico o inherente que los invalida para la ofrenda. Por el contrario, se trata de comidas finas, que expresan perfección. Justamente por ello la Torá prohíbe su utilización para las ofrendas.

De un modo algo sorprendente, el libro Vaikrá comienza precisamente con las ofrendas de Nedavá (un sacrificio voluntario): “una persona --de ustedes -cuando acercare un sacrificio ante El Señor” (Capítulo 1, versículo 2). El segmento de los Korbanot (ofrendas- sacrificios) no comienza aludiendo a las ofrendas obligatorias, personales o públicas, sino que hace referencia a las ofrendas que la persona trae por propia iniciativa, en su deseo de acercarse a Dios.

No es casual que la raíz del vocablo Kr”b es reiterada en el párrafo de apertura (Capítulo 1, versículos 2-3) siete veces!! Ya desde el inicio, la Torá describe a los “Korbanot” como una vía de aproximación a Dios: la ofrenda no es una necesidad de Dios sino de la persona-una herramienta a través de la cual ella se acerca a Dios. En total oposición al mundo de los sacrificios paganos, en la ley bíblica de los sacrificios, los mismos no son utilizados como una comida servida a Dios, sino como una representación de la persona que trae la ofrenda y en forma simbólica conformar un puente para acortar la distancia que la separa de Dios.

Pero, ¿cuál es la vía adecuada para acercarse a Dios? ¿Acaso la persona puede representarse a sí misma con símbolos de perfección y saciedad, como alcanzando el objetivo, una plena realización y una existencia madura? Resulta que no es así. La levadura y la miel-que no obstante son los apropiados como expresión de gratitud- no se adaptan al que se acerca a Dios motivado por un estado de distanciamiento y a partir del deseo de Teshuvá (Retorno). Aquí es necesaria la Matzá (Pan ázimo), que simboliza de la salida de la esclavitud; aquí se requiere precisamente de un pan que no haya leudado, con toda su pobreza, y el potencial y la formación inherentes a él. El pan del pobre es la vía correcta para acercarse a Dios. Y en las palabras del poeta salmista:

“Pero yo soy pobre y menesteroso; ven rápido Elokim; Tú eres mi ayuda y mi libertador; no te demores, Dios!“(Tehilim, Salmos capítulo 70, versículo 6)

Este llamado no podrá concretarse por medio del Jametz (aquello leudante) o la levadura; sólo puede ser ilustrado con el pan de la pobreza.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj

Gentileza del sitio VBM de la Academia Rabínica "Har Etzion".

Volver al capítulo