Los diez Mandamientos

Los diez Mandamientos

Los "Diez mandamientos" los principios fundamentales de las doctrinas hebreas se nos aparecen con todo su esplendor, el pueblo reunido ante el monte de Sinaí, oye las palabras divinas y las transforma en la base de su existencia toda.

Y compenetrémonos en los sacros versículos.

Una primera peculiaridad que debemos remarcar, es la primera división de los "Diez mandamientos" en dos grupos. Los primeros cinco corresponden a las Mitzvot Shebein Adam Lamakom, "los preceptos entre el hombre y la divinidad", y los últimos son Mitzvot Shebein Adam Lejabero, preceptos entre el hombre y su prójimo.

Este es el primer sentido de las dos tablas de la ley, la idea judía de la correspondencia y unión entre los así llamados "preceptos religiosos" y sociales.

En la Torá no existe realmente diferenciación entre dos principios, pues ambos emergen de su misma concepción integral, y toda trasgresión sobre los preceptos sociales, es realmente un pecado religioso.

Las dos tablas de la ley, nos muestran el dualismo de la legislación, dualismo simplemente metodológico, ya que ambos son expresión de la verdad interior, de la "senda de la Torá".

Más aún si nos compenetramos en el sentido de los diez mandamientos veremos ellos se hallan unidos de acuerdo a nuestros principios morales. Comparémoslos pues, respectivamente.

1) Yo soy el Señor tu Ds que te saqué de la tierra de Egipto de casa de siervos.

2) No tendrás dioses ajenos ante mi, no te harás imagen ni semejanza alguna. 

3) No tomarás en vano el nombre del Señor tu Ds’.

4) Acordarte has del día Sábado para santificarlo.

5) Honra a tu padre y a tu madre       

6) No matarás    

7) No cometerás adulterio

8) No robarás

9) No elevarás contra tu prójimo falso testimonio

10) No codiciarás los que es de tu prójimo.

Es sumamente sencillo notar la simple relación entre los preceptos entre sí. Los primeros dos preceptos son la "creencia en Ds" y la prohibición del crimen. En uno de sus lugares nos dice el Talmud:    

"כל הרוצח את הנפש כאילו ממעט את הדמות"

"Aquel que asesina a un hombre, es como si reduciría la figura-divina". La expresión figura divina, es completamente alegórica, más aquí se halla la idea central del judaísmo sobre el valor y el sentido de la vida humana.

El "no matarás", no es solamente un precepto social, pues aún el suicidio está prohibido. En este precepto se esconde la conciencia de la fundamental importancia humana. Cada persona es sagrada, y tiene su misión en este mundo y nadie tiene derecho a argüir: "mi sangre es más roja...". La Torá nos muestra un destino, un plan divino en la Naturaleza y la historia, en el Universo todo. Es la presencia de Ds' en él, y todo asesinato, es el pecado contra este plan universal, es la negación de la divinidad. No somos los dueños de nuestras vidas, existe un plan, en fin, un ideal, Existe el Señor.

La creencia en dioses extraños, la idolatría, el paganismo, y la adoración de imágenes, es la adulteración de la verdadera creencia y existencia. Y alegóricamente la Torá nos une los dos universos, el material con el Espiritual. Psicológicamente corresponde la falas creencia, al adulterio moral. Las dos series de mandamientos nos muestran como las dos esferas de la acción y del pensamiento humano se hallan unidas por medio de su alma y psicología.

Las dos acciones al parecer distintas, pero nos muestran el mismo pecado, la misma corrupción del alma, y es esa corrupción más que su exteriorización lo que se debe extirpar, pues todo es solo su reflejo. Así el "asesinato" y la "no creencia", la negación del alma, la falsa creencia con el adulterio, su adulteración y falsía. "Como si" el hombre mataría o adulteraría lo divino que existe en la naturaleza.

El tercer principio es el de la "ocultación". "No llevarás en vano el nombre del Señor": y "No robarás”

El Talmud nos indica que psicológicamente el "robo" o "hurto", es muy peculiar. El ladrón trata de ocultarse, comprende, conoce la ley, más trata de evadirla. El Gazlan, el asaltante a mano armada y al descubierto, no la acepta, se burla de ella, la niega, el Ganav el ladrón la ve, la siente, y la teme y se oculta de ella. Es la persona que huye de Ds', y busca su refugio allende los mares o la cordillera. El Gazlan es una posición, una teoría, Ganav es una depravación, una enfermedad moral, y aquello es también con el que jura en falso. Oculta su falsedad en la verdad, y huye de la verdad. Cree que puede ponerse a salvo de la Justicia Divina y Eterna. Es la “ocultación”.

La “ocultación” trae consigo su contrario el “reconocimiento”. El hombre debe reconocerse a sí mismo y reconocer al Universo todo. El Shabat es el testimonio de la Creación, y su correspondiente precepto es "No dirás falso testimonio”. El Shabat representa en general las Mitzvot, los preceptos hacia la Divinidad, mientras que la prohibición del falso testimonio nos muestra los preceptos hacia nuestro prójimo. Si hasta aquí hemos visto la "parte teórica”', ahora nos hallamos frente a la práctica, la corporización y materialización de los “conceptos” en “preceptos”.

Los últimos dos mandamientos son la "honra a los padres” y la prohibición de codiciar lo que pertenece a nuestro prójimo. La honra que los hijos deben a sus padres es un precepto de la categoría "Sheben Adam Lamacom”, y en el judaísmo no existe el concepto romano de  patria potestad, por el cual el padre podía disponer a su arbitrio de la vida y destino de  sus hijos.

La “honra a los padres”, nos dice el Talmud, es en cierto modo parte de la "honra a Ds’”, el creador.

El Talmud compara repetidas veces estas “honras”, pues son expresión del reconocimiento, y del sentimiento que en nosotros el conocimiento de Ds' y de los “padres”, hace nacer. En cierto modo Kibud Ab Vaem, significa la compenetración interna en las Mitzvot y su Kavana  (intención), precepto que corresponde al "No codiciarás”, la compenetración en los "preceptos sociales”. No deben las Mitzvot poseer únicamente un sentido material que degenera en lo mecánico. No deben observarse el "no robarás” o el “no matarás”, porque la ley lo impone, sino pues nacen del “No codiciarás", es decir de la elevación y compenetración interna.

Un sabio Judío observó en una oportunidad, que las prohibiciones de los “Diez mandamientos", no se hallan en “imperativo”, sino en simple futuro. Prescribe la Torá “no robes”, sino "no robarás”

אל תגנב

לא תגנב

Esta peculiaridad, comentó, nos muestra que el verdadero sentido de los Mitzvot es la transformación del hombre. No es una ley, una disposición, un “imperativo", que el hombre debe cumplir, sino por el contrario una educación integral en la que el precepto se convierte en parte natural de su personalidad, y que el hombre observa naturalmente, es un "futuro”. Quiere la Torá que lleguemos a la altura espiritual en la que no se puede hacer el mal. No “imperativo”, sino "futuro".

El Kli lakar ve la unión entre las "dos tablas" en forma un poco distinta. Más bástanos  con esto, para mostrar que el Judaísmo niega totalmente esa división que existe en otras religiones o confesiones entre las creencias y los actos. Para el judaísmo que un hombre religioso haga mal al prójimo es un absurdo. No porque sea imposible este dualismo jesuita, sino porque una persona tal, para la Torá, no es religiosa.

Seiscientos trece preceptos conoce la Torá, la ley escrita, y en ellos no hay distinciones, e igual prohibición es el llevar usura, engañar, robar u oprimir al pobre o al obrero, que cumplir con el Shabat,Tefilin o cualquier otro precepto religioso. La moral social, según la Torá, no es producto de un convenio, pacto o contrato, sino que nace de sus convicciones religiosas, y separación dualista es imposible. Todo se une en su raíz principal, su convicción religiosa.

El primero de los "Diez mandamientos", merece especial detenimiento, pues en él se encierran los principios del Judaísmo: "Yo soy el Señor tu Ds' te ha sacado de la tierra de Egipto, de casa de esclavitud". "Yo soy el Señor”, he aquí la afirmación de la unidad de Ds' de lo que habría de nacer el futuro precepto. "No tendrás dioses extraños, ante mi". El "Yo soy el Señor” nos indica por otra parte también el segundo principio:"Tora-Min Hashamaim”. La revelación divina de la Torá. No es ésta una legislación profana, hecha a la medida humana, sino la revelación de las divinas y eternas verdades. El Tercer principio es el de "Sajar Vaonesh”, "recompensa y castigo”, representado por el "que te ha sacado de la tierra de Egipto". Nuevamente no nos enseña la Torá afirmaciones deícticas sino la convicción que la historia y la Naturaleza se hallan regidas por un principio divino que los domina. Los oprimidos son liberados, los opresores castigados, es la Providencia. Se condensan así, en esta primera afirmación los tres máximos principios hebreos.

אחדות הבורא, תורה מין השמים, שכר ועונש

Antología I) "No hagas Dioses de oro y plata" (Shemot XX,20). No conviertas al oro y la plata en dioses para ti. II) “No lleves (Lo Tisá) el nombre del Señor tu Ds' en vano” (Shemot XX, 7)

El pueblo judío lleva en sí el Nombre divino es el estandarte entre los pueblos, y sobre él está dicho: “No lleves el nombre de tu Ds' en vano”. Si tu vida es material, igual a los demás pueblos, sin aspiraciones divinas, el nombre del Señor está sobre ti en vano. No como todos los pueblos, es el de Israel.

III) “Y acampó allí Israel ante el monte" (XIX, 2) No dice "acamparon", sino "acampó", señal de la unión del pueblo de Israel. Cuando el pueblo se halla unido, entonces pudo Moshé “subir al monte”, y salvar al pueblo. Cuando impera por el contrario la discordia de los corazones. “Las manos de Moshé estaban pesadas" (Shemot XVII,12) y el dirigente no puede ayudar a su pueblo.

Beer Itzjak.

 

 

 

Volver al capítulo