Los grandes malvados anónimos

Los grandes malvados anónimos

Acerca de las diferentes cualidades de los últimos reyes de la Casa de Iehudá, quiénes son los que más influyeron y los que lo hicieron en menor medida, quién siguió a quién y quién realmente fue el promotor de la destrucción.

Con la caída de Yoshiahu quedó claro, que toda la revolución y todos los logros dependían de uno. “Am Haaretz”, el pueblo de la tierra, (los dueños de las parcelas de tierra importantes, capítulo 23, versículo 3) intentaron coronar al joven (23) Yehoajaz, pero Paró Nejó coronó a Yehoiakim (25), quien sería leal a Egipto, se rebelaría contra Bavel y causaría la tragedia en Ierushalaim.

Yehoiakim era lo opuesto a Yoshiahu, como diera cuenta de ello el profeta Irmiahu (capítulo 22, versículos 13-17), se construyó un lujoso palacio y oprimió al pueblo, e incluso volvió al método de Menashé y ejecutó a sus opositores, entre ellos, también los profetas (Como Oriahu el hijo de Shmaiahu de Kiriat Iearim; Irmiahu capítulo 26, versículos 20-23)

La sangre inocente derramada por Yehoiakim se sumó a la sangre inocente derramada por Menashé (capítulo 24, versículos 3-4), y definió la sentencia de Ierushalaim-“por los pecados de Menashé”, pero no en los tiempos de Menashé, sino cuando Yehoiakim repitió los pecados de sus antepasados. Quedó claro que Yoshiahu, con todos sus esfuerzos, no logró influir en las costumbres de Ierushalaim como Menashé, que Yehoiakim volvió a sus métodos.

En un rasgo, Yehoiakim era parecido a su padre-sus ataques vigorosos-Yoshiahu estaba en contra de la idolatría y Yehoiakim estaba en contra de los profetas de Dios. Yoshiahu, en contra de Paró Nejó y Yehoiakim a su favor y contra Bavel. Su carácter es conocido a partir de la quema del rollo de las profecías de Irmiahu (36, 22-25). Muy diferente de ambos, era el débil Tzidkiahu, cuyo carácter se refleja en la visita a Irmiahu en la cárcel (38, 14-27), cuando tiembla de miedo a sus principes, así como a los judíos caídos en cautiverio, quería escuchar al profeta pero no tenía fuerza y fue arrastrado a la última rebelión contra Bavel por sus príncipes, quienes continuaron en la senda de Yehoiakim, que condujo a la destrucción, también después de su muerte.

Los grandes malvados que causaron la destrucción, ni siquiera nos son conocidos por sus nombres-los que dominaron al niño Menashé, después de Jizkiahu y aquellos que siguieron en la senda de Yehoiakim, aún después de él, contra el débil Tzidkiahu.


Cortesía sitio 929.

 

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