La falta de reacción puede deberse a diversas causas. Cuando la razón es la falta de atención-esa cerrazón que impide registrar la influencia o las palabras externas-la probabilidad de lograr un cambio es casi nula. Y aún así, Elishá lo logra.
La expresión “no hubo voz ni quien respondiese”, figura dos veces en el evento de Eliahu en el Monte Carmel. En la primera ocasión (Melajim I, capítulo 18, versículo 26) se nos describe que los profetas del Baal lo invocan al Baal durante toda la jornada pero “no hubo voz ni quien respondiese”-ninguna reacción. Después de que Eliahu les propusiera, con tono sarcástico “Griten más fuerte...tal vez duerme y habrá que despertarle” (Melajim I, capítulo 18versículo 27), y ellos lo toman con total seriedad: “ellos gritaban a grandes voces...” (Melajim I, capítulo 18, versículo 28), y luego figura la frase por segunda vez, con un pequeño agregado: “mas no hubo voz ni quien respondiese, ni quien le prestase atención” (versículo 29). Esta es la etapa en la cual los profetas del Baal se desalientan finalmente, y es el turno de Eliahu.
Una versión adicional de la particular expresión figura por tercera y última vez en el Tanaj, en nuestro capítulo-Guejazí es enviado al encuentro de Elishá, a fin de colocar el báculo de su amo sobre el rostro del hijo fallecido de la mujer Shunamita, y al percibir que “no hubo voz ni quien diese atención” (versículo 31), corre presurosamente para comunicarle a Elishá que “no ha despertado el niño” (versículo 31), o en otras palabras, que está todo perdido.
Puede contemplarse la diferencia esencial entre “no hubo voz ni quien respondiese” y “no hubo voz ni quien prestase atención”. La respuesta es una acción activa externa, en contraposición a la atención pasiva. Aún si quien está frente a ti no te responde, aún queda la opción de que te preste atención, y se lo pueda persuadir y obtener una respuesta. Pero si no hay atención, no hay nada que hablar, el corazón del que escucha está sellado y no hay esperanza de que escuche y que internalice la situación.
Los profetas del Baal llegan hasta el derramamiento de sangre, y sólo cuando ven que ni siquiera “hay atención”, ellos renuncian. También en el caso de Guejazí-él comprende que la falta de reacción del joven emana de la falta básica de capacidad de “prestar atención”, de verse influenciado por ello. Resulta claro que el joven no le conteste, pero desde el momento en el que ni siquiera hay atención, que no hay receptáculo para sus conceptos y actos, se siente desalentado y se da por vencido.
Tal vez la capacidad de influencia de Elishá haya surgido a partir de la comprensión de que hay algo más allá de esto, mucho más profundo-e incluso si el corazón está sellado y no presta atención, aún hay posibilidades de que despierte y reaccione.