Por supuesto que la amada tiene defectos, y en la moraleja de la congregación de Israel-pecados, pero en un aspecto general “Toda tú eres hermosa amada mía y no tienes ningún defecto” (Versículo 7).
El capítulo 4 nos permite alcanzar uno de los momentos culminantes del relato, en todos sus niveles.
En el capítulo anterior, el hombre quedo expuesto a las fragancias aromáticas de la mujer. Ahora, el hombre reacciona muy efusivamente a la mujer que despertó su pasión. La describe, y de repente, en medio del proceso, se disculpa y pide detener el flujo de amor y expresar “Hasta que despunte el día y declinen las sombras, me iré a la montaña de la mirra, al monte de incienso” (Versículo 6).
Esta es la respuesta al cantico de amor de ella, detenido por las palabras “voltea como lo hace una gacela o cervatillo sobre las montañas escarpadas” (Capítulo 2, versículo 17). También el, como ella, enfría el entusiasmo de la pasión y se aleja para hallar el momento adecuado.
Su mirada distante no afecta la belleza que contempla en ella: “Toda tú eres hermosa amada mía y no tienes ningún defecto” (Versículo 7). En el nivel alegórico que describe la relación entre la congregación de Israel y Dios, estudiaremos este versículo, con mucha atención. ¿Acaso la amada tiene defectos? Por supuesto. Si los pecados y las caídas se asemejan a afecciones, pues el cuerpo está lleno de defectos. Pero en un aspecto general, el amado le dice a la mujer-“Toda tú eres hermosa amada mía”. En relación a este versículo, explica el Rav Kuk, en su comentario del libro Shir Hashirim:
“Toda tú eres hermosa amada mía y no tienes ningún defecto”: el gran amor que sentimos por nuestro pueblo, no nos enceguecerá, sino que criticaremos sus defectos, pero aún después de esa crítica, encontramos su esencia, libre y limpia de todo defecto, “eres hermosa amada mía y no tienes ningún defecto”.
Gentileza sitio 929