Preguntas de Abarbanel, Números 13

Preguntas de Abarbanel, Números 13

1   "Y dijo el Eterno a Moisés: Envía a hombres para que exploren la tierra de Canaán que doy a los hijos de Israel.  De cada tribu mandaréis un hombre, el principal de cada tribu.”

(Números 13, 1)

1   "...Y retornaron de esa búsqueda al cabo de cuarenta días... y dieron un informe desfavorable... diciendo: La tierra que hemos ido a explorar devora a sus moradores, y todo el pueblo que vimos en ella son gigantes...”

(Números 13, 25-33)

Pregunta:   ¿Por qué ordenó D-s mandar estos espías?  ¿Cómo es que en el libro de Devarím (Deut. 1,22) está escrito que el pueblo fue quien vino a  Moisés a pedirle que mande los espías? ¿Cómo Moisés, el gran líder y estratega, no previó el gran error de mandar esta gente que finalmente  desmoralizaría a todo el pueblo?

Respuesta:

El comentarista Rashi ya desde el primer versículo explica que las palabras “Shlaj Lejá”  (manda para tí), insinúan que la ordenanza es “para tu propio beneficio, Yo no te lo ordeno, si quieres mándalos”.

Abarbanel, analizando más a fondo el tema, explica que cuando el pueblo viajó del monte Sinai, estando ya próximos a entrar a la Tierra Prometida, la misma Torá ordena:  “Ahora mira, que el Eterno tu D-s te da posesión de esta Tierra, sube y herédala”  (Deut 1-21).  Esta expresión dio a entender a la gente que de ellos dependía esta conquista y debían prepararse para llevarla a cabo.  De ahí  que la idea de mandar espías realmente surgió del pueblo.

D's ordena entonces a Moisés adelantarse y escoger a los representantes, de modo de tener sobre ellos mayor control que si surgían de la elección del pueblo. Ahora bien,  ¿Porqué D-s mismo no evitó este suceso  prohibiéndolo definitivamente desde un inicio?  El autor opina que ésto habría hecho pensar al pueblo que la Tierra seguramente era mala y todo era parte de un engaño.

¿Cuál fue entonces el error principal de los espías y el pueblo (que finalmente fue también condenado a pasar 40 años en el desierto)?  Su petición fue tendenciosa, no querían realmente investigar las estrategias militares ni los métodos de conquista, sino comprobar qué tan buenas eran las prestaciones que el “Jefe Supremo” había prometido al “contratarlos” como Su pueblo días antes en el Monte Sinai.

De todo ésto se concluye que el envío de espías no sólo era innecesario sino negativo y altamente perjudicial.  El pueblo debía haber confiado en que el Todopoderoso, así como los había salvado y alimentado durante su estancia en el desierto, era igualmente capaz de llevarlos sanos y salvos a su destino final en la Tierra Prometida.

Debería haber siempre más de un Caleb ben Jefuné que se pare frente a la corriente y declare (Números 13,30):

“Hemos de subir para heredar la Tierra, porque podemos hacerlo”.

“Perdona pues la transgresión de este pueblo con Tu gran misericordia, así como lo perdonaste (en el trayecto) desde Egipto hasta aquí; Y contestóle el Eterno: Lo perdono accediendo a tu rogativa, pero... no verán la tierra que a sus padres juré dar.  Ninguno de quienes Me han provocado la verán.  Pero a Mi siervo Caleb, inspirado por otro espíritu y totalmente leal a Mi, lo llevaré a la tierra que visitó y su simiente la poseerá.”

 (Números 14, 19-24)

Pregunta:  Al haber aceptado D-s a la petición de Moisés diciendo: “Lo perdono accediendo a tu rogativa”, ¿cómo entonces se decretó el castigo de 40 años en el desierto? ¿Por qué recuerda el texto la recompensa a Caleb y no a Josué, siendo que los dos mantuvieron su fidelidad a D-s?

Respuesta:

Abarbanel explica que el perdón consistió no en borrar totalmente la gran falta cometida por los 10 espías, sino en diluir en el tiempo el enojo y ser paciente con la aplicación del castigo, así como Moisés mismo lo pidió (ibid 14,17).  De esta manera, los transgresores no morirían de un solo golpe sino en el curso de los 40 años que habrían de pasar en el desierto.

Para contrastar, cita Abarbanel el ejemplo de un rey terrenal que ejerce justicia sobre algún pecador. La pena no debe domorarse entonces sino llevarse a cabo en el momento, por dos razones: la primera es que el mismo rey puede morir y entonces el castigo no se llevaría a cabo, y la segunda es que el culpable podría escapar. No así es la justicia Divina, en la cual el Rey de Reyes nunca muere ni nadie puede escapar de Su presencia.

Ahora bien, uno de los argumentos que utiliza Moisés para convencer a D-s de no aniquilar al pueblo es el “qué dirán los Egipcios”, así como dice el versículo: “El Eterno mató a Su pueblo en el desierto por Su incapacidad para llevarlo a la tierra prometida” (ibid 14,16). Sin embargo, D-s no puede pasar por alto las transgresiones del pueblo de Israel ya que de ser así, se alteraría la Justicia Absoluta.  Así como castigó a los Egipcios con las plagas y en el mar, sería injusto que no castigue en su medida al pueblo de Israel.

Es por eso que D-s opta por esta alternativa, el castigo paulatino y en su totalidad,  pero manteniendo el juramento a los patriarcas de que finalmente su descendencia poseería la Tierra.  El hacer morir a esta gente en el desierto no altera ninguna promesa hecha, ni profana Su Santo Nombre.

Con respecto a la recompensa de Caleb y faltando la de Josué, el autor aclara que el segundo ya tenía de entrada un espíritu especial que lo protegió de la influencia de los espías, como lo expresa el versículo: “Toma a Josué hijo de Nun, un hombre dotado del espíritu” (ibid 27, 18), y siendo además el alumno fiel de Moisés, habría sido inconcebible que se desviara del camino.  No así Caleb, quien por sus propios méritos y esfuerzo logró sobreponerse a los demás y demostrar su firme convicción de que la Tierra de Israel podría ser conquistada con la ayuda del Todopoderoso.  Esa determinación y coraje le valió para ganar un pago especial sobreviviendo los 40 años en el desierto y  recibiendo al final una parte muy especial de la Tierra prometida, nada menos que la ciudad de Hebrón donde están enterrados los patriarcas.

 

 

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