Profecías en otro dialecto

Profecías en otro dialecto

Las profecías de Hoshea con sus dificultades y falta de claridad, nos brindan una oportunidad para echar un vistazo a las profecías en otro dialecto, el dialecto norteño.

Profeta difícil, Hoshea. No solo sus postales de vida, y sus matrimonios con mujeres cuestionables por mandato Divino, son difíciles, sino también sus profecías mismas, cuyo contexto a veces resulta oscuro; y también su lenguaje es difícil y cerrado. ¿Qué significa “después de amasar la masa, hasta que ésta fermente” (versículo 4)? ¿Y qué quiere decir “los castigaré conforme fue anunciado a su congregación” (versículo 12)? Las formas sintácticas son difíciles y raras. En muchas ocasiones, las oraciones carecen de sujeto o predicado, y algunos apodos que utiliza nos son desconocidos.

En el capítulo 5, acusa a Israel de enviar una ofrenda al rey “adversario” (capítulo 5, versículo 13), que no lo conocemos de ningún  otro lugar, y en el capítulo 10 habla de que “todas tus fortalezas serán saqueadas, a la manera que Shalman saqueó a BethArbel” (capítulo 10, versículo 14), un sitio misterioso. ¿Y qué es “Se vuelven, mas no al Altísimo” ¿(capítulo 7, versículo 16).

A diferencia de Amós, que aparentemente era miembro de Iehudá, a pesar de haber profetizado sobre Israel, Hoshea es habitante del reino del norte, y su lenguaje es, por cierto, norteño. A partir de diversos documentos suponemos que el dialecto norteño era diferente al dialecto judaico del hebreo, y las profecías de Hoshea nos brindan la posibilidad de echar un vistazo a este dialecto desconocido. La mayoría de los libros del Tanaj, si no fueron pronunciados en Iehudá, se editaron en Iehudá o por aquellos que salieron de Iehudá; pero Hoshea conserva en sus profecías una  clase de profecías que nos resulta raro.

No abunda en el relato de episodios concretos, sino que esparce pistas vagas: “Todos ellos arden como un horno, y devoran a sus jueces: todos sus reyes cayeron” (versículo 7). ¿Acaso se refiere a los años de anarquía en el reino de Israel, tras la muerte de Yarovam II, en los que reinaron sucesivamente Zejariá, Shalom y Menajem en un año? ¿O tal vez alude al frecuente intercambio de reyes  hacia fines del reino? “Iarev” (adversario) y “Bet Arbel” insinúan que en Israel había un registro histórico diferente del conservado en  los archivos  del reino hermano del sur, pero no tenemos conocimiento acerca de cuál era la intención. Ni tampoco, acerca de a cuál de las veces en las que los reyes de Israel acordaron una alianza con Ashur (Asiria), están insinuadas cuando Hoshea dice “claman a Egipto, acuden a Ashur” (Versículo 11).

Hoshea, hijo de Elá, el último rey de Israel, envió emisarios a Sú, rey de Egipto (Melajim I, capítulo 17, versículo 4); pero ¿acaso los años de la profecía de Hoshea se extiende hasta esa época? A pesar de que Hoshea menciona a Jizkiahu como uno de los reyes en cuyas épocas profetizó, no obstante el número de los reyes de Israel se frena en el período de Yarovam (Hoshea, capítulo 1, versículo 1). ¿Acaso Hoshea vio la destrucción del reino con sus propios ojos, a pesar de que en todo su libro no hay indicios de ello?

De un modo u otro, la profecía de Hoshea nos presenta una imagen de forcejeo, de intrigas, de volatilidad. Susurran, son una paloma seducida, se asimilan. Todo su liderazgo está colmado de intrigas, de lado a lado, de interés a interés, considerándose ellos mismos como grandes políticos que cambian de posición como los camaleones, pero finalmente, terminan enredados en sus propios pies, “Adondequiera que acudan, tenderé sobre ellos Mi red; los haré bajar cual aves del cielo” (Versículo 12).
Gentileza sitio 929

 

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