En el capítulo anterior el profeta acusó a varios pueblos por sus pecados y les profetizó una destrucción. Nuestro capítulo continúa la secuencia de profecías del capítulo anterior y trae las profecías cobre Moav, Iehudá e Israel
La profecía alusiva a Moab (Versículos 1-3)
El profeta acusa a Moav “por haber quemado los huesos del rey de Edom, hasta convertirlos en cal” (Versículo 1), es decir, la profanación de cadáveres y la quema de huesos. Como consecuencia del pecado, llegará también el castigo “enviaré un fuego contra Moav, que devorará los palacios de Kiriot; y morirá Moav en medio de tumulto, entre griterías de guerra y con sonido de trompeta. Y cortaré al juez de en medio de él, y a todos sus príncipes los mataré juntamente con él." El Señor lo ha dicho” (Versículos 2-3).
La profecía alusiva a Iehudá (Versículos 4-5)
El profeta esgrime una crítica también contra Iehudá “porque han rechazado con desprecio la ley del Señor, y no han guardado Sus estatutos, y los han extraviado sus dioses mentirosos, en pos de los cuales anduvieron sus padres” (Versículo 4) y describe el castigo: “enviaré un fuego contra Iehudá, que devorará los palacios de Ierushalaim” (Versículo 5).
La profecía alusiva a Israel (Versículos 6-16)
En contraste con las profecías anteriores que eran relativamente breves y focalizadas, la profecía alusiva a Israel es extensa y completa, y parece que es el punto central de la secuencia de profecías. El profeta detalla los pecados de Israel y se centra en los pecados sociales y en el comportamiento amoral. El profeta menciona no menos de siete pecados, ampliados, y a diferencia del resto de las profecías, la profecía alusiva a Israel no finaliza con un castigo. A medida que transcurre el relato de los pecados, el profeta combina también conceptos de reprimenda que presentan la ingratitud de Israel: “Además, fui Yo quien los hice subir de la tierra de Egipto, y los hice andar cuarenta años por el desierto, para que poseyeran la tierra del Emorí. También de vuestros hijos suscité profetas, y de vuestros jóvenes, nazarenos; ¿no es esto así, oh hijos de Israel?", dice el Señor” (Versículos 10-11)