Síntesis del capítulo, 2 Reyes 11

Síntesis del capítulo, 2 Reyes 11

 

Nuestro capítulo relata lo acontecido en el reino de Iehudá a raíz de la revolución de Yehú. Al igual que en Israel, también en Iehudá se inició una revuelta contra Ataliá, quien reinaba en Iehudá.

El asesinato de Ataliá y el ocultamiento de Yoash (versículos 1-3)

Ataliá escucha quesu hijo, Ajaziá el rey de Iehudá, fue asesinado, y ella solicita eliminar a toda la descendencia del reino como consecuencia del asesinato de su hijo Ajaziá. El texto da cuenta de que después de la campaña de asesinatos de Ataliá , ella “reinó sobre el país” (versículo 3).

Un dato importante es que uno de los hijos de la familia real logró escapar de la masacre de Ataliá. Yehosheva, la hija de Yehoram, escondió a Yoash, el hijo de Ajaziá.

La coronación de Yoash (versículos 4-12)

En el séptimo año, Yehoiadá el Cohen, el Sacerdote, organiza una rebelión y la ceremonia de coronación de Yoash. La fuerza rebelde son los hombres de las guardias del sacerdocio, y es el momento previsto para el cambio de las guardias-en Shabat. Así, se registró en el Templo una presencia masiva del pueblo. El momento culminante de la rebelión se da con la coronación de Yoash, el hijo de Ajaziá y nieto de Ataliá.

La detención de Ataliá y su muerte (versículos 13-16)

Ataliá escucha la proclamación del nuevo rey, rasga sus vestiduras y proclama una rebelión. Ataliá se esconde en la Casa de Dios (precisamente, como se escondió Yoash en la Casa de Dios, cuando era un niño), a fin de que no le hicieran daño, pero resulta que eso no la ayudó demasiado y fue ejecutada.

La alianza acordada y la colocación de Yoash en el trono (versículos 17-20)

Tras la gran revuelta y la muerte de Ataliá, Yehoiadá el Cohen, conforma una alianza entre Dios, el rey y el pueblo. La casa del Baal que fue constituida también en Iehudá, aparentemente durante el reinado de Ataliá, es totalmente destruida. A Yoash lo ubican en el trono y finalmente-un buen final y todo está bien: “Así estuvo gozoso todo el pueblo del país; y la ciudad quedó tranquila” (versículo 20).

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