En nuestro capítulo hay cuatro relatos referidos a las maravillas de Elishá. El primer relato y el último aluden a la duplicación de alimentos en tiempos de hambruna y los dos episodios intermedios abordan la resurrección (de un niño y una comida)
El milagro del aceite a la viuda (versículos 1-7)
Una mujer de los discípulos de los profetas le grita a Elishá por el hecho de que su marido ha muerto y un acreedor vino para llevarse a sus dos hijos como esclavos. El profeta le pregunta qué tiene en la casa. Al comprender Elishá que la mujer no tiene nada, le ordena ir de los vecinos y juntar recipientes para llenarlos de aceite. El aceite se multiplica hasta llenar el último de los recipientes de su casa y así puede abonar la deuda.
La mujer Shunamita, el nacimiento del niño, su muerte y su retorno a la vida (versículos 8-37)
El episodio de la mujer Shunamita es el más largo de nuestro capítulo. La mujer de Shunam es la anfitriona del profeta Elishá y él desea retribuirle. Lo único que le falta a la Shunamita es un niño. El profeta le promete: “Y él le dijo: "A este tiempo el año que viene tú abrazarás un hijo” (versículo 16). En efecto, la mujer da a luz a un hijo después de un año, como lo prometiera el profeta, pero al crecer el niño, fue a trabajar al campo con su padre y murió de inmediato, al quejarse de un dolor de cabeza. La mujer Shunamita corrió al encuentro de Elishá y le solicita que cure a su hijo. Tras varios intentos el profeta logra revivir al hijo de la Shunamita.
La preparación de la comida, muerte en la olla y la cura de la comida (versículos 38-41)
Elishá regresa al Guilgal y le ordena a su asistente: “Pon sobre el fuego la olla grande, y cocina potaje para los discípulos de los profetas” (versículo 38). Uno de los jóvenes o de los discípulos de los profetas, le agrega a la comida, por error, un componente venenoso y lo convierte en algo realmente venenoso: “Sirvieron, pues, a los hombres para que comiesen; pero sucedió que mientras comían el potaje, todos ellos alzaron el grito, diciendo: "¡Hay muerte en la olla, oh varón de Dios!", y no lo pudieron comer” (versículo 40). Elishá esparce harina sobre la comida y “revive” nuevamente a la misma, tal como ocurriera con el hijo de la Shunamita.
El milagro de la duplicación del pan (versículos 42-44)
Un hombre se presentó ante Elishá con veinte panes de cebada. Elishá ordenó a su asistente darle de comer eso al “pueblo”. Su asistente se pregunta cómo una cantidad tan pequeña como esa alcanzará para cien personas. Elishá le dice que la comida alcanzará “porque así dice el Señor: Comerán y sobrará”. Exactamente como en el episodio de Elishá con la viuda, en este caso también la pequeña cantidad será suficiente para cien personas.