El pedido de David (versículos 1-3)
Después de construir su casa y trasladar el Arca de Dios, David se sintió incómodo con el hecho de que su casa era de cedros mientras que el Arca de Dios estaba ubicada en una simple tienda. Es por ello que se dirige al profeta Natán y antes que David alcance a formular una pregunta, Natán le manifiesta claramente: “"Anda, haz todo cuanto está en tu corazón, porque el Señor está contigo" (versículo 3)
El rechazo de Dios al pedido de David (versículos 4-17)
Esa misma noche, Dios se le reveló a Natán en el sueño y le aclaró que justamente esta vez el pedido de David es rechazado. Dios le explica a Natán a través de un largo discurso que el Arca de Dios no requiere por ahora de una casa de cedros pomposa, y hasta el momento estuvo ubicada en un tabernáculo temporal. De todos modos, Dios promete que el hijo de David construirá la casa de Dios: “y cuando se te cumplan los días, y tú yacieres con tus padres, levantaré tu linaje en pos de ti, el cual ha de salir de tus entrañas, y haré estable su reino. Él construirá una casa para Mi nombre, y Yo estableceré el trono de su reino para siempre” (versículos 12-13). En nuestro capítulo no se destaca (menciona) donde radica el problema de que David construya el Gran Templo (Ver en la sección “Una idea”)
La plegaria de David a Dios (versículos 18-29)
Luego de que Natán le transmitiera el mensaje de Dios a David, éste eleva una emotiva plegaria a Dios. A diferencia de la reacción prevista, David no intenta discutir o comprender el motivo por el cual Dios no está interesado en que él construya su casa ahora. Simplemente, David le agradece a Dios por lo que tiene ahora, y declara: “Tú solo eres Dios, y Tus palabras serán firmes” (versículo 28)