Síntesis del capítulo, Eijá 2 (lamentaciones)

Síntesis del capítulo, Eijá 2 (lamentaciones)

La lamentación del doliente: la destrucción de Ierushalaim por obra de Dios (Versículos 1-10)

En este segmento de la lamentación, el doliente hace hincapié en que la destrucción fue consecuencia de la ira de Dios y así también comienza la lamentación: “¡Cómo ha oscurecido en Su ira el Señor a la hija de Tzión!¡Ha arrojado del cielo a la tierra la hermosura de Israel, y no se acuerda del escabel de Sus pies en el día de Su cólera!” (Versículo 2), y continúa describiendo la destrucción de la ciudad: “Tajó en el ardor de (Su) ira todo el poderío de Israel; tornó atrás Su diestra de enfrente del enemigo; consumió a Iaacov como llama de fuego que devora en derredor. Entesó Su arco, como enemigo; se plantó, cual adversario, con su diestra, y mató cuanto era grato a la vista; en la tienda de la hija de Tzión ha derramado Su ira como fuego” (Versículos 3-4). El doliente esgrime una crítica a Dios por haber abandonado al pueblo y al Templo: “El Señor ha desechado Su altar; ha aborrecido Su santuario: entregó en mano del enemigo los muros de sus palacios: (los paganos) hicieron resonar (su) voz en la casa del Señor, como en día de fiesta solemne”(Versículo 7) y concluye el párrafo con la imagen del duelo de los ancianos de Tzión: “Se sientan en tierra, guardan silencio los ancianos de la hija de Tzión; echan polvo sobre sus cabezas; se ciñen de saco: las vírgenes de Ierushalaim tienen abatidas sus cabezas hasta la tierra” (Versículo 10).

La lamentación del doliente: el llamamiento a Tzión (Versículos 11-19)

En este fragmento, el doliente se dirige a la ciudad. En el comienzo del párrafo, reacciona a la imagen de la destrucción: “¿Cómo podré exhortarte?, ¿a qué he de asemejarte, oh hija de Ierushalaim? ¿Con qué te compararé, para poderte consolar, oh virgen, hija de Tzión? Porque grande como el mar es tu quebranto; ¿quién, pues, te sanará?” (Versículo 13), y tras ello, se dirige a la ciudad de una manera directa y le propone llorar y orarle a Dios: “El corazón de ellos clamaba (por auxilio) al Señor; ¡Oh muro de la hija de Tzión haz correr, como un torrente, tus lágrimas día y noche; no te concedas descanso, ni cese de llorar la niña de tu ojo!. ¡Levántate, clama de noche, al comienzo de las vigilias derrama, como aguas, tu corazón ante la presencia del Señor! ¡Levanta hacia Él tus palmas por la vida de tus pequeñitos qué se desmayan a causa del hambre en las encrucijadas de todas las calles” (Versículos 18-19)

La lamentación de Ierushalaim (Versículos 20-22)

Ierushalaim se dirige a Dios y lo invita a contemplar lo ocurrido en la ciudad: “¡Mira, oh Señor, y considera! ¿A quién has hecho así? ¿Acaso las mujeres han de comer el fruto de su seno, los chiquitos que acarician con sus manos? ¿Acaso el sacerdote y el profeta deben ser muertos en el santuario del Señor? Muchachos y ancianos están tendidos por tierra en las calles; mis doncellas y mis mancebos han caído a espada; los has matado en el día de Tu ira; has degollado, sin tener piedad” (Versículos 20-21)

Redacción: Netanel Szpigel

 

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