La construcción del altar para la ofrenda (versículos 1-6)
Tras la primera tanda de inmigrantes y la concreción de la primera parte de la declaración de Koresh, llegó el momento para hacer realidad la posibilidad de construir la casa de Dios. En la primera fase, Zerubabel y Ieshua el Cohen, construyen solamente el altar para la ofrenda, a fin de permitir el cumplimiento de las fiestas y festividades. De ese modo, logran festejar Sucot y el resto de los días festivos del año, con una gran alegría: “E hicieron la fiesta de Sucot, tal como está escrito, y las ofrendas de cada día conforme al número requerido acorde al rito, cada día y día” (versículo 4).
La construcción del segundo Beit Hamikdash (versículos 7-13)
En el transcurso del segundo año, tras el retorno a la tierra, los líderes y el resto de sus hermanos decidieron “que dirigiesen la obra de la casa del Eterno” (versículo 8). Ellos y el pueblo ponen juntos los cimientos de la casa de Dios, con gran emoción: “Y cantaban, alabando y enalteciendo al Eterno, porque es bueno, porque para siempre es Su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando al Eterno, porque se habían puesto los cimientos de la casa del Eterno” (versículo 11). Los ancianos del pueblo se conmueven-un llanto mezclado con una enorme alegría: “Pero muchos de los sacerdotes y de los Leviim y de los jefes de las casas paternas, ancianos que habían visto el primer Templo, viendo fundar esta casa, lloraban en voz alta, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Y el pueblo no podía discernir entre el clamor de los gritos de alegría, y la voz del llanto del pueblo: porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oían las voces desde lejos” (Versículos 12-13).
Redacción: Netanel Szpigel.