Los hermanos y Iosef (Versículos 1-14)

El discurso de Iehudá finalizó en el capítulo anterior y ahora llega el momento de la reacción de Iosef: “Y no pudo Iosef contenerse ante todos los que estaban de pie cerca de él y exclamó: ¡Hagan salir a toda persona de junto a mí!” (Versículo 1). Iosef decide revelar su identidad ante sus hermanos: “¡Yo soy Iosef! ¿Vive mi padre aún?” (Versículo 3). Puede que esto haya ocurrido a raíz de la mención del  nombre de Iaacov repetidas veces, o por otro motivo. Los hermanos no lo creen: “Mas no pudieron sus hermanos responderle ya que se turbaron ante su presencia” (Versículo 3). Iosef continúa hablando y enfatiza que se trata de la Providencia Divina: “ya que para sustento me ha enviado Elohim ante vosotros” (Versículo 5). Iosef les solicita a sus hermanos que traigan a su padre Iaacov a Egipto.

Los hermanos y Paró (Versículos 16-24)

Paró escucha que los hermanos de Iosef llegaron a Egipto. Paró se dirige a Iosef y le pide transmitir un mensaje a los hermanos. Al igual que Iosef, él también les pide que traigan a Iaacov a Egipto “Pero que vuestros ojos no experimenten lástima por vuestros enseres ya que lo mejor de toda la tierra de Egipto es para ustedes” (Versículo 20). Iosef le entrega a los hermanos algunos regalos “por mandato de Paró” (Versículo 21) y les pide “No se irriten en el camino” (Versículo 24).

Los hermanos y Iaacov (Versículos 25-28)

Los hermanaos llegan a Kenaan, al encuentro de Iaacov, y le cuentan que Iosef “gobierna en toda la tierra de Egipto” (Versículo 26). Iaacov escucha y tampoco lo cree “Mas se detuvo su corazón... pues él no les creyó a ellos” (Versículo 26). Después de esto parece ser que Iaacov se recupera “y se reanimó el espíritu de Iaacov” (Versículo 27). Y él se prepara para descender a Egipto al encuentro de Iosef.

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