Es preferible la vida a la muerte (Versículos 1-6)
Kohelet comienza el fragmento determinando que todas las personas tienen un destino, la muerte: “Todos... en cuanto a todos: acontecimiento único, al justo y al impío, al bueno y al inmaculado y al mancillado, ya! que sacrifica, y al que no sacrifica; tanto e! bueno como el pecador, el que jura como el que al juramento teme” (Versículo 2). Además, Kohelet sostiene que la vida, aun cuando no sea buena, es preferible a la muerte: “Ya que aquel que se une a todos los vivientes, tiene confianza; ya que el perro vivo es mejor que el león muerto” (Versículo 4), y el fundamento de Kohelet es: “Pues los vivientes saben que habrán de morir, mientras que los muertos no saben nada y no tienen más retribución, ya que se ha olvidado su memoria” (Versículo 5).
Los placeres de la vida (Versículos 7-10)
Como continuidad de la determinación anterior, en este párrafo Kohelet propone cómo disfrutar de la vida: “Ve, come con alegría tu pan y bebe con corazón agradable tu vino, puesto que ya ha aceptado Elohim tus acciones” (Versículo 7). Al final del fragmento, Kohelet sintetiza y argumenta que la persona debe disfrutar y hacer lo que desea, ya que en el sepulcro, tras la muerte, la persona no lo podrá hacer: “Todo lo que halle tu poder para hacer en tu vigor, haz, ya que no hay acción ni pensamiento, ni conocimiento ni sapiencia en el sepulcro, donde tú vas, allí...” (Versículo 10)
La persona está limitada (Versículos 11-12)
En este párrafo, Kohelet enfatiza cuan limitada es la persona que no conoce su destino ni su futuro: “Ya que tampoco habrá de saber el hombre su hora, como los peces que se atrapan en el mandil doloroso y como pájaros atrapados en la trampa; como ellos son enlazados los hijos del hombre en la hora del mal, cuando haya de caer sobre ellos, de súbito” (Versículo 12)
La sabiduría: ventaja y desventaja (Versículos 13-18)
El fragmento comienza con un relato alusivo a un hombre sabio que vive en una ciudad a la que ingresa un rey poderoso con un gran ejército: “Y se allegó a ella rey magno y la circundó y construyó contra ella, torres de sitio, grandes” (Versículo 14). Ese hombre sabio provocó que la ciudad se salvara por mérito suyo: “y libró él la ciudad con su sabiduría”, pero a pesar de ello “pero ninguna persona recordó al hombre pobre, aquél” (Versículo 15). A raíz del episodio, Kohelet aprende dos cosas opuestas. Una-la sabiduría es mejor que la valentía, y por lo tanto las “palabras de sabios con quietud son escuchadas” (Versículo 17). La segunda-a pesar del éxito logrado con la salvación de la ciudad, nadie recuerda a la persona sabia, y por consiguiente: “pero la sabiduría del pobre es despreciada y sus palabras no son escuchadas” (Versículo 16).
Redacción: Netanel Szpigel.