Síntesis del capítulo, Números 19

Síntesis del capítulo, Números 19

Nuestro capítulo trata sobre la preparación de la ceniza de la vaca roja y su utilización en el caso de impureza por un cadáver.

La preparación de la ceniza de la vaca (Versículos 1-10)

Antes de que el texto explica el uso de la ceniza de la vaca roja, es traída una extensa explicación de cómo debe prepararse la ceniza: se debe tomar una vaca roja “perfecta, que no halla en ella defecto, sobre la cual no haya subido yugo” (Versículo 2) e inmolarla fuera del campamento. El Cohen Gadol (Sumo Sacerdote) toma de su sangre y rociará “delante del frente de la Tienda de Reunión” siete veces. Luego de ello, quema la vaca y le agrega a la quema “una madera de cedro e hisopo e hilo carmesí” (Versículo 6).

El Cohen y el hombre que quema la vaca deben lavar sus ropas, lavar su cuerpo con agua, y permanecen impuros hasta el atardecer. Un hombre puro recoge la ceniza de la vaca, la coloca en un sitio puro en las afueras del campamento “y será para la asamblea de los hijos de Israel por custodia, para agua de aspersión, para purificación es” (Versículo 9). También, el que recoge la ceniza de la vaca debe lavar sus ropas y permanece impuro hasta el atardecer.

La utilización de la ceniza de la vaca-impureza de un cadáver (Versículos 11-22)

Tras la descripción de la preparación de la ceniza de la vaca roja, ahora el texto explica cuándo debe ser utilizada esta ceniza especial. La impureza de un cadáver se extiende por siete días y el impuro se debe desinfectar en el tercer día y en el séptimo. La desinfección incluye una mezcla de la ceniza de la vaca con “agua surgente” (Versículo 17) que es rociada sobre el hombre impuro.

También en el caso de una persona que murió en la Tienda, todo aquel que estaba en la Tienda, y todos los objetos que se hallaban allí, están impuros por la impureza del cadáver. Se debe rociar del mismo modo “sobre la tienda y sobre las vasijas y sobre todas las personas que estuvieron allí y sobre el que hubiere tocado el hueso o el cadáver, o el muerto o el sepulcro” (Versículo 18).

En el final de este pasaje la Torá señala que la purificación de la impureza de un muerto no es una opción sino un deber: “Pero el hombre que estuviere impuro y no se purificare, será truncada la persona aquella del seno de la congregación; ya que el Santuario del Señor, él ha mancillado, aguas de aspersión no se ha rociado sobre él, impuro es” (Versículo 20).

Editado por el equipo del sitio del Tanaj.

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