Nuestro capítulo continúa relatando sobre los traslados del arca y su retorno de las ciudades filisteas a Israel.

Los pelishtim (filisteos) trasladan el arca de Dios a Beit Shemesh (Versículos 1-12)

Los pelishtim están interesados en restituir el arca de Dios a su lugar. Ellos desean enviar un “Asham” (Ofrenda de pecado), como reparación o expiación: “cinco tumores de oro y cinco ratones de oro “. Acorde al carácter del golpe (Versículo 4). Además-la senda por la cual el arca es restituida posibilitará certificar  que en efecto es el responsable del daño. El arca será colocada sobre un carro nuevo, atado a vacas lecheras “sobre las cuales no se haya puesto yugo”. Si a la inversa de su naturaleza las vacas habrán de cargar el arca en dirección a Beit Shemesh, es decir a Israel-es una señal de que “Él nos ha hecho este gran mal “(Versículo 9). El arca fue colocada en el carro y a su lado el cajón con el “Asham” dorado. En efecto, las vacas se pusieron en marcha-derecho rumbo a Beit Shemesh.

El arca en Beit Shemesh (Versículos 13-21)

El arca es recibida en Beit Shemesh con suma alegría y con ofrendas a Dios. Pero también en Beit Shemesh la aproximación a  lo sacro es revelada como un peligro auténtico. “E hirió a los hombres de Bet-Shemesh porque habían mirado el arca del Señor. De todo el pueblo hirió a setenta hombres y cincuenta mil hombres “. La gente de Beit Shemesh, como los pelishtim, en el capítulo anterior, preguntan: “Y los hombres de Bet-Shemesh dijeron: ¿Quién puede estar delante del Señor, este Dios santo? ¿Y a quién subirá de nosotros?“ (Versículo 20)

El último versículo del capítulo informa acerca de que la gente de Beit Shemesh quiere enviar el arca de Dios a Kiriat Iearim. Al respecto, leeremos más en el próximo capítulo.